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LIBRO II - LOS PASOS HACIA LA UNION - Parte 3


2. Deseo de liberarse. El resultado de la experiencia y de las investigaciones, que el alma realiza en sus múltiples ciclos de vida, es el origen del intenso gran anhelo por una condición diferente, de un gran deseo de liberación y de verse libre de la rueda de renacimientos.

3. Deseo de felicidad. Cualidad básica en todos los seres humanos, aunque se manifiesta de manera muy diversa. Se funda en la facultad inherente de discriminación y en la profundamente arraigada capacidad de contrastar el hogar del Padre con la presente condición del hijo pródigo. Esta inherente capacidad de "bienaventuranza" o felicidad, trae esa inquietud y ese anhelo de cambiar, que reside detrás del impulso evolutivo mismo. Es la causa de la actividad y del progreso. El descontento por la condición presente está basado en el vago recuerdo de una época de satisfacción y bienaventuranza, la cual debe recuperarse antes de conocer la paz.

4. Deseo de cumplir con el propio deber. Las tres primeras modificaciones del principio pensante llevan, con el tiempo, a la humanidad evolucionando al estado en que el [i174] móvil de la vida es simplemente el cumplimiento del propio dharma. El ansia de conocimiento, de libertad y de felicidad ha llevado al individuo al estado de total descontento. Nada le produce verdadero gozo ni paz. Se ha agotado en la búsqueda del gozo para sí. Ahora empieza a ampliar su horizonte y a buscar (en el grupo o medio ambiente) dónde puede hallar lo que busca. Se le despierta el sentido de responsabilidad hacia los demás y comienza a buscar la felicidad en el cumplimiento de sus obligaciones con los que de él dependen, su familia, amigos y todos aquellos con quienes entra en contacto. Esta nueva tendencia es el principio de la vida de servicio, que lo lleva, con el tiempo, a la plena comprensión del significado de la conciencia grupal. H.P.B. ha dicho que el sentido de responsabilidad es el primer indicio del despertar del ego o principio crístico.

5. Dolor. Cuanto mayor es el refinamiento del vehículo humano, más grande será la respuesta del sistema nervioso a los pares de opuestos, dolor y placer. A medida que el hombre progresa y asciende en la escala de evolución, en la familia humana se acrecienta grandemente su capacidad de comprender el dolor o el gozo, convirtiéndose en una tremenda verdad, en el caso del aspirante y del discípulo. El sentido de los valores llega a ser tan agudo y su vehículo físico tan sensible, que sufre más que el individuo común, lo cual sirve para impelerlo a continuar su búsqueda más activamente. Responde con mayor rapidez a los contactos externos, y su capacidad para soportar el dolor físico y emocional aumenta notablemente. [i175] Esto se evidencia en la quinta raza, particularmente en la quinta subraza, por el acrecentamiento de los suicidios. La capacidad de sufrir de la raza se debe al desenvolvimiento y refinamiento del vehículo físico y a la evolución del cuerpo sensorio o astral.

6. Temor. A medida que se desarrolla el cuerpo mental y se producen con más rapidez las modificaciones en el principio pensante, empieza a manifestarse el temor y sus consecuencias. No es ese temor instintivo de los animales y de las razas salvajes, fundado en la reacción del cuerpo físico a las condiciones del plano físico, sino los temores de la mente, basados en la memoria, la imaginación, la premonición y el poder de visualizar, los cuales son difíciles de vencer y sólo el ego o alma puede dominarlos.

7. Dudas. Es una de las modificaciones más interesantes porque concierne a las causas más que a los efectos. Puede describirse al hombre que duda como que duda de sí mismo como árbitro de su destino; duda de la naturaleza y reacciones de sus semejantes; duda de que Dios es la primera causa, como lo testimonian las controversias acerca de las religiones y sus exponentes; duda de la naturaleza misma, lo cual lo impele a la constante investigación científica y, por último, duda de la mente misma. Cuando empieza a dudar de la capacidad de la mente para explicar, interpretar y comprender, ya ha agotado prácticamente casi todos sus recursos en los tres mundos.

La tendencia de estos siete estados mentales resultantes de la experiencia del ser humano sobre la Rueda de la Vida, lo lleva al punto [i176] donde se da cuenta que los procesos de vivir, sentir y pensar en el plano físico, nada pueden proporcionarle ni tampoco satisfacerlo. Llega a la etapa a que se refiere San Pablo, cuando dice: "Considero todo perdido para poder así ganar al Cristo."

Un instructor hindú ha descrito las siete etapas de la iluminación de la manera siguiente:

1. La etapa en que el discípulo se da cuenta que ha recorrido toda la gama de la experiencia de la vida en los tres mundos, y puede decir: "Conozco todo lo que debía conocer. Nada queda por saber". Se le revela el lugar que ocupa en la escala evolutiva y sabe lo que tiene que hacer. Esto se refiere a la primera modificación del principio pensante, el deseo de conocimiento.

2. La etapa en que se libera de toda limitación estricta y puede decir: “Me he desprendido de todas las ligaduras”. Esta etapa es prolongada, pero trae como resultado la liberación y se refiere a la segunda de las modificaciones ya tratadas.

3. La etapa en que la conciencia trasciende totalmente la personalidad inferior y se convierte en verdadera conciencia espiritual, centrada en el ser humano real, el ego o alma, atrayendo la conciencia de la naturaleza crística que es amor, paz y verdad. Ahora puede decir: "He alcanzado mi meta. Nada me atrae ya en los tres mundos". Ya ha satisfecho su deseo de lograr la felicidad. Ha trascendido la tercera modificación.

4. La etapa en que el discípulo puede decir con toda veracidad: "He cumplido con mi dharma y con mis obligaciones". Así ha agotado su karma y [i177] cumplido con la ley, convirtiéndose en Maestro y esgrimidor de la ley. Esta etapa se refiere a la cuarta modificación.

5. La etapa donde se alcanza pleno control de la mente y el vidente puede decir: "Mi mente está en reposo". Sólo cuando se conoce el pleno reposo, entonces se puede reconocer la verdadera contemplación y el samadhi más elevado. El dolor, la quinta modificación, se desvanece en la gloria de la iluminación recibida. Los pares de opuestos ya no luchan.

6. La etapa en que el discípulo se da cuenta que la materia o la forma no tienen poder alguno sobre él. Entonces puede decir: "Los gunas o cualidades de la materia, en los tres mundos, ya no me atraen ni reciben respuesta de mi parte". Por lo tanto el temor ha sido eliminado porque nada hay en el discípulo que atraiga el mal, la muerte o el dolor. Así se supera la sexta modificación, que es reemplazada por la comprensión de la verdadera naturaleza de la divinidad y la total beatitud.

7. La séptima y final etapa es la plena y propia realización. Entonces el iniciado puede decir con total conocimiento consciente: "Yo Soy Ese Yo Soy", y se conoce a sí mismo como uno con el Omni-yo. Ya no lo domina la duda. Aparece en el vidente la luz del día o total iluminación, inundando todo su ser.

Éstas son las siete etapas del sendero, las siete estaciones de la cruz, como dice el cristiano, las siete grandes iniciaciones y los siete caminos hacia la bienaventuranza. Ahora el "sendero de los justos brilla cada vez más hasta el día perfecto". [178]

LOS OCHO MÉTODOS

28. Cuando los métodos de la yoga han sido practicados con constancia y se ha vencido la impureza, tiene lugar el esclarecimiento, que conduce a la plena iluminación.

Llegamos ahora a la parte práctica en la cual se da instrucción sobre el método a seguir para alcanzar el yoga, la plena unión o unificación. El trabajo puede considerarse dual:

1. La práctica de los métodos correctos, por los cuales se logra la unión.
2. La disciplina del triple hombre inferior, a fin de desarraigar toda impureza de los tres cuerpos.

La persistente aplicación a este trabajo dual produce los resultados correspondientes, dependiendo cada uno de su causa:

1. La discriminación se hace posible. La práctica de los métodos lleva al aspirante a la comprensión científica de la diferencia existente entre el yo y el no-yo y entre espíritu y materia. Este conocimiento ya no es teórico, ni lo que el hombre aspira, pues se convierte en una realidad en la experiencia del discípulo, en la cual basa todas las actividades subsiguientes.

2. El discernimiento tiene lugar. A medida que avanza el proceso de purificación, las envolturas o cuerpos que velan la realidad se sutilizan y ya no actúan como densos velos que le ocultan al alma el mundo donde normalmente ella actúa. El aspirante se da cuenta de una parte de sí mismo, [i179] hasta entonces oculta y desconocida. Se acerca al corazón del misterio de sí mismo; se aproxima al "Ángel de la Presencia", al que sólo puede ver realmente en el momento de la iniciación. Percibe un nuevo factor y un nuevo mundo, y trata de apropiarse de ello durante la experiencia consciente en el plano físico.

Se verá que las dos causas de la revelación, la práctica de los ocho métodos del yoga y la purificación de la vida en los tres mundos, tienen que ver con el hombre desde el punto de vista de los tres mundos y producen (en su cerebro físico) el poder de discriminar entre lo real y lo irreal y discernir sobre las cosas del espíritu. Producen también ciertos cambios en las condiciones existentes dentro de la cabeza, reorganizan los aires vitales, actuando directamente sobre la glándula pineal y el cuerpo pituitario. Cuando estos cuatro:

1. la práctica,
2. la purificación,
3. la discriminación y
4. el discernimiento,

forman parte de la vida del ser humano en el plano físico, entonces el hombre espiritual, el ego o pensador, en su propio plano, desempeña su parte en el proceso liberador, y las dos etapas finales son llevadas a cabo en forma descendente. Este séxtuple proceso es la analogía, en el sendero del discipulado, del proceso de individualización, por el cual el hombre-animal, el cuaternario inferior (físico, etérico, astral y mental inferior) recibió esa doble expresión del espíritu, atma-budi, voluntad y amor espirituales, que lo completaron y convirtieron en el [i180] ser humano verdadero. Las dos etapas de desarrollo inducidas por el ego, en el aspirante purificado y decidido, son:

1. Esclarecimiento. La luz de la cabeza, que al principio es sólo una chispa, se convierte en una llama que ilumina todas las cosas, siendo nutrida constantemente desde arriba. Esto es progresivo (véase el aforismo anterior) y depende de la práctica persistente, de la meditación y del servicio activo.

2. Iluminación. El descenso de la energía ígnea, acrecentado gradualmente, intensifica constantemente la "luz de la cabeza" o el resplandor en el cerebro, alrededor de la glándula pineal. Esto, respecto al pequeño sistema del triple hombre en manifestación física, es lo que el sol físico para el sistema solar. La luz se convierte con el tiempo en un resplandor de gloria y el hombre se trasforma en un "hijo de la luz" o en un "sol de rectitud". Tales fueron Buda, el Cristo y todos los grandes Seres que han alcanzado la meta.

29. Los ocho métodos de yoga son: los mandamientos o yama, las reglas o nijama, la postura o asana, correcto control de la fuerza vital o pranayama, abstracción o pratyahara, atención o dharana, meditación o dhyana y contemplación o samadhi.

Se observará que estos métodos o prácticas son aparentemente simples, pero se tendrá muy en cuenta que no se refieren a algo que debe realizarse en cualquier plano, en determinado cuerpo, sino a la actividad y práctica simultánea de estos métodos en los tres cuerpos a la vez, [i181] de modo que el entero triple ser humano inferior practica los métodos cuando se refieren a los vehículos físico, astral y mental. Esto frecuentemente se olvida. Por lo tanto al estudiar los diversos métodos de yoga o unión, debemos considerar que se aplican al ser humano físico, luego al ser humano emocional y después al ser humano mental. Por ejemplo, el yogui debe comprender el significado de la respiración correcta o de la postura, pues se relacionan con el triple ser humano inferior, alineado y coordinado, teniendo presente que sólo cuando el ser humano inferior constituye un instrumento coherente y rítmico, el ego puede esclarecerlo e iluminarlo. La práctica de ejercicios de respiración, por ejemplo, con frecuencia ha conducido al aspirante a concentrarse en el mecanismo físico de respiración, excluyendo la práctica análoga del control rítmico de la vida emocional.

Antes de entrar a considerar cada método de yoga, será útil enumerarlos detenidamente, dando los sinónimos que sean factibles.

Primer Método

Los Mandamientos. Yama. Autocontrol o clemencia. Restricción. Abstención de actos erróneos. Éstos son cinco y se refieren a la relación del discípulo con sus semejantes y con el mundo externo.

Segundo Método

Las Reglas. Nijama o correcta observancia. Éstas son también cinco y se las denomina con [i182] frecuencia "observancias religiosas”, porque se refieren a la vida interna del discípulo y a ese vínculo, el sutratma o eslabón que lo relaciona con Dios o Padre en el Cielo. Ambos, los cinco Mandamientos y las cinco Reglas, son la analogía hindú de los diez Mandamientos de la Biblia y abarcan la vida diaria del aspirante, según afecten a quienes lo rodean y a sus propias reacciones internas.

Tercer Método

Postura. Asana. Correcto aplomo. Correcta actitud. Posición. Este tercer método concierne a la actitud física del discípulo durante la meditación, a la actitud emocional que adopta en el medio ambiente o grupo, y a la actitud mental respecto a las ideas, corrientes de pensamiento y conceptos abstractos. Finalmente, la práctica de este método coordina y perfecciona al triple hombre inferior, de modo que las tres envolturas lleguen a formar un canal perfecto para la expresión o manifestación de la vida del espíritu.

Cuarto Método

Correcto control de la fuerza vital. Pranayama. Supresión del aliento. Regulación del aliento. Esto se refiere al control, a la regulación y supresión de los aires vitales, al aliento y a las fuerzas o shaktis del cuerpo. En realidad conduce a la organización del cuerpo vital o etérico, de modo que las corrientes o fuerzas de vida, que emanan del ego o individuo espiritual, en su propio plano, [i183] sean trasmitidas correctamente al individuo físico, en manifestación objetiva.

Quinto Método

Abstracción. Pratyahara. Restricción. Unión. Retraimiento de los sentidos. Con este método, nos ubicamos detrás de los cuerpos físico y etérico, en el cuerpo emocional, asiento de los deseos, de la percepción sensoria y del sentimiento. Aquí se puede observar el método ordenado que se sigue al practicar el yoga o unión. La atención se dirige a las vidas interna y externa del plano físico; se cultiva la correcta actitud hacia la triple manifestación de la vida; se organiza y controla el cuerpo etérico y se reorienta el cuerpo astral, porque la naturaleza de deseos es subyugada y el hombre real va retirándose gradualmente de los contactos de los sentidos. Los dos métodos siguientes se relacionan con el cuerpo mental, y el último con el hombre real o pensador.

Sexto Método

Atención. Dharana. Concentración. Fijación de la mente. Con este método se controla el instrumento del pensador, el ser humano real. El sexto sentido es coordinado, comprendido, enfocado y utilizado.

Séptimo Método

Meditación. Dhyana. La capacidad del pensador para emplear la mente como desee y trasmitir al cerebro pensamientos elevados, ideas abstractas y conceptos idealistas. Este método concierne a la mente superior y a la inferior. [i184]

Octavo Método

Contemplación. Samadhi. Se refiere al ego u ser humano real y concierne al reino del alma. El ser humano espiritual contempla, estudia y medita sobre el mundo de las causas y las "cosas de Dios". Luego utiliza su instrumento controlado, la mente (controlada por la práctica de la concentración y la meditación) transmite al cerebro físico, por conducto del sutratma o hilo, que atraviesa las tres envolturas y lleva al cerebro, lo que el alma sabe, ve y entiende. Esto produce plena iluminación.

PRIMER MÉTODO. LOS MANDAMIENTOS

30. lnofensividad, veracidad, no hurtar, continencia, no ser avaro, constituyen yama, o los cinco mandamientos.

Estos cinco mandamientos son sencillos y claros; no obstante, si se practican, harán que el hombre perfeccione sus relaciones con los demás, con los superhombres y con los reinos subhumanos.  El primer mandamiento, inofensividad, resume en realidad a los demás. Estos mandamientos son muy completos y abarcan la triple naturaleza. Al estudiar estos métodos veremos su relación con determinada parte de la triple manifestación inferior del ego.

I. Naturaleza Física

1. Inofensividad. Comprende los actos físicos del individuo, respecto a todas las formas de la manifestación divina, [i185] y concierne específicamente a su naturaleza fuerza, o la energía que él expresa por medio de sus actividades en el plano físico. No daña ni perjudica a nadie.

2. Veracidad. Concierne principalmente al uso de la palabra y de los órganos del sonido y se refiere a "la verdad” en lo más profundo, de modo que sea posible su exteriorización. Este tema es muy amplio y se refiere a la formulación de las creencias del ser humano respecto a Dios, a sus semejantes, a las cosas y a las formas, por medio de la lengua y la voz. Esto lo trata "Luz en el Sendero" en el aforismo: "Antes de que la voz pueda hablar en presencia del Maestro, debe haber perdido el poder de herir".

3. Contenerse de hurtar. El discípulo es justo y preciso en todas sus cosas y no se apropia de lo que no le pertenece. Este amplio concepto abarca algo más que el mero hecho de apropiarse físicamente de las posesiones de otro.

II. Naturaleza Astral

4. Continencia.  Es ausencia total de deseos y rige la exteriorización de las tendencias hacia lo que no es el yo, cuya expresión en el plano físico es la relación entre los sexos. Sin embargo, se debe recordar que el estudiante esotérico considera esta expresión como la forma que adopta el impulso exteriorizado, lo cual vincula íntimamente al ser humano con el reino animal. Todo impulso que concierne a las formas y al ser humano real [i186] y tiende a vincularlo a una forma y al plano físico, es considerado como un tipo de incontinencia. Existe una incontinencia en el plano físico que el discípulo debe haber trascendido hace mucho tiempo. También hay muchas tendencias hacia la búsqueda del placer con la consiguiente satisfacción de la naturaleza del deseo y esto, el verdadero aspirante, también lo considera como incontinencia.

III. Naturaleza Mental

5. No ser avaro concierne al pecado de la codicia, que textualmente significa hurtar en el plano mental. El pecado de la avaricia puede conducir a diversos pecados en el plano físico, y es muy poderoso. Concierne a la fuerza mental, siendo un término genérico que abarca los fuertes anhelos, cuyo origen no está sólo en el cuerpo emocional o kámico (deseo), sino también en el cuerpo mental. Este mandamiento está comprendido en lo que San Pablo dice: "He aprendido a estar contento en cualquier estado en que me encuentre". Se debe alcanzar ese estado para poder aquietar la mente, de tal manera que puedan entrar las cosas del alma.

31. Yama constituye el deber universal, sin tener en cuenta raza, lugar, tiempo o emergencia.

Este aforismo pone en claro la universalidad de ciertos requisitos, y el estudio de estos cinco mandamientos, que forman la base de lo que el budista llama "recta conducta", demostrará [i187] que forman la base de toda verdadera ley y que su incumplimiento constituye ilegalidad. La palabra traducida por "deber" u "obligación" podría muy bien expresarse por la comprensiva palabra dharma, en lo que a los demás respecta. Dharma significa textualmente, el adecuado cumplimiento de las propias obligaciones (o karma) en el lugar y medio ambiente que el destino le depara. Deben observarse ciertos factores que rigen la conducta, sin permitir laxitud alguna a este respecto, no importa cuál sea su nacionalidad, localidad, edad o la emergencia que pueda surgir. Estas cinco leyes inmutables rigen la conducta humana y cuando todos los hijos de los hombres las cumplan, se comprenderá el pleno significado de la expresión: "paz a todos los seres".

SEGUNDO METODO. LAS REGLAS

32. Purificación interna y externa, gozo, ardiente aspiración, lectura espiritual y devoción a Ishvara, constituyen nijama (o las cinco reglas).

Como se dijo anteriormente, las cinco reglas rigen la vida del ser inferior personal y constituyen los fundamentos del carácter. El verdadera guru o instructor no le consiente al aspirante las prácticas de yoga, tan interesantes para el pensador o aspirante occidental, a quien le atraen por su aparente sencillez y por la valiosa recompensa, tal como el desarrollo psíquico, hasta que yama o nijama sean [i188] los factores que rigen la vida diaria del discípulo. Deben observarse primero los mandamientos y las reglas; una vez que la conducta externa del aspirante hacia sus semejantes, y la disciplina de la vida interna estén de acuerdo con tales requisitos, entonces, pero no antes, pueden proseguir sin peligro con las formas y rituales de la yoga práctica.

La falta de cumplimiento de este requisito es la causa de muchas dificultades entre los estudiantes occidentales de yoga. No hay fundamento mejor para la práctica del ocultismo oriental, que la sujeción estricta a los requisitos formulados por el Maestro en El Sermón de la Montaña. El cristiano autodisciplinado, dedicado a una vida pura y al servicio altruista, puede emprender la práctica del yoga con menos peligro que su mundano y egoísta, aunque intelectual hermano. No correrá los mismos riesgos que su hermano sin preparación.

Las palabras: purificación interna y externa se refieren a las tres envolturas que velan al yo, debiendo interpretarse en doble sentido. Cada envoltura tiene su forma densa y tangible, que debe mantenerse limpia; en un sentido los cuerpos mental y astral se pueden mantener limpios de impurezas, que provienen de su medio ambiente, de la misma manera que el físico debe mantenerse limpio de impurezas similares. También se ha de mantener limpia la materia más sutil de esos cuerpos. Esto constituye la base del estudio de la pureza magnética, que da lugar en Oriente a tantas observaciones inexplicables para el occidental. Por ejemplo, la sombra de un extraño proyectada [i189] sobre el alimento, produce condiciones de impureza; esto se debe a la creencia de que ciertas emanaciones de fuerza producen condiciones impuras. Aunque los métodos de contrarrestar tales condiciones tienen visos de ritual, de letra muerta, sin embargo, la idea detrás de la observancia es siempre verdad. Se sabe tan poco acerca de las emanaciones de fuerza del ser humano o de las que actúan sobre el mecanismo humano, que lo que podríamos llamar "purificación científica" está todavía en su infancia.

Alegría produce esas condiciones en que la mente está en reposo; se basa en el reconocimiento de las leyes que rigen la vida, principalmente la ley del karma. Origina ese estado mental en que todas las condiciones se consideran correctas y justas, bajo las cuales el aspirante puede resolver mejor sus problemas y alcanzar la meta específica en cualquier vida. Esto no implica el acomodo definitivo, ni la pasividad que trae inercia, sino el reconocimiento del acervo que se posee y el aprovechamiento de las oportunidades disponibles, convirtiéndolas en trasfondo y base de todo futuro progreso. Si esto se lleva a cabo debidamente, las restantes tres reglas se cumplirán más fácilmente.

Ardiente aspiración. Este tema será tratado más plenamente en el Libro Tercero, el siguiente; pero es conveniente hacer resaltar aquí que este anhelo de "avanzar" hacia el ideal o de esforzarse por alcanzar el objetivo, debe ser tan profundo en el aspirante a la yoga, que ninguna dificultad lo hará retroceder. Únicamente cuando esta cualidad ha sido desarrollada y probada y cuando ningún problema, confusión ni [i190] el factor tiempo pueden entorpecer, se permite al aspirante ser discípulo de un Maestro. Ardiente esfuerzo, constante y persistente anhelo e inquebrantable lealtad al ideal presentido, son la condición "sine qua non" del discipulado. Estas características deben existir en los tres cuerpos, y conducen a la constante disciplina del vehículo físico, a la firme orientación de la naturaleza emocional y a una actitud mental que permite al hombre "considerar perdidas todas las cosas", si quiere alcanzar su meta.

Lectura espiritual. Concierne al desenvolvimiento del sentido de las realidades subjetivas. Se fomenta mediante el estudio, según se lo entiende en sentido físico, y por el esfuerzo de llegar a comprender los pensamientos expresados en palabras. Se desarrolla mediante el detenido escrutinio de las causas subyacentes en todos los deseos, aspiraciones y sentimientos, relacionándose así con el plano astral o de deseo. Se refiere a la lectura de símbolos o formas geométricas que animan una idea o pensamiento, lo cual concierne al plano mental. Esto se tratará más adelante en el Libro Tercero.

Devoción a Ishvara. Brevemente puede decirse que constituye la actitud del triple yo inferior, demostrada como servicio al ego, el regente interno, Dios o Cristo interno. Esta devoción será triple en su manifestación y llevará al yo personal inferior a una vida de obediencia al Maestro en el corazón, y con el tiempo guiará al aspirante al grupo de algún adepto o instructor espiritual, llevándolo también al devocional servicio a Ishvara, el Yo divino, que mora en el corazón de todos los seres humanos y subyace en todas las formas de la manifestación divina. [i191]

33. Cuando se tienen pensamientos contrarios al yoga, deben cultivarse los opuestos.

La traducción de Johnston da la misma idea en bellas palabras, expone el método con claridad, y dice:

"Cuando las transgresiones obstruyen, el peso de la imaginación debe ponerse en el lado opuesto".

La ciencia de equilibrar los pares de opuestos está contenida en estas dos traducciones; una no es completa sin la otra. A menudo resulta difícil traducir los antiguos términos sánscritos en una sola palabra o frase, pues en ese lenguaje una palabra representa toda una idea y requiere varias frases para dar el verdadero significado en los limitados idiomas occidentales.

En este aforismo están comprendidos ciertos conceptos básicos, los cuales, para mayor claridad, podemos expresarlos:

1. Como el ser humano piensa así es él. Lo que se manifiesta en objetividad física es siempre un pensamiento; según sea el pensamiento o idea, así será la forma o el propósito en la vida.

2. Los pensamientos son de dos clases: los que tienden a construir formas, limitar y expresarse en el plano físico, y los que tienden a alejarse de los tres planos inferiores y por lo tanto del aspecto forma tal como lo conocemos en los tres mundos, conduciendo a la unión (yoga o unificación) con el alma o aspecto crístico. [i192]

3. Cuando se descubre que los pensamientos habitualmente cultivados producen reacciones y resultados astrales y físicos, significa que son contrarios al yoga, pues entorpecen el proceso unificador.

4. Deben cultivarse pensamientos contrarios a los anteriores, y pueden determinarse fácilmente porque son los opuestos directos de los pensamientos inhibidores.

5. El cultivar pensamientos que tienden al yoga y llevan al individuo al conocimiento de su yo real, y la consiguiente unión con ese yo, involucra un triple proceso:

a. Se debe determinar y considerar el nuevo concepto mental formulado definidamente y considerado contrario a la antigua corriente de pensamiento.
b. Le sigue el empleo de la imaginación a fin de llevar el pensamiento a la manifestación. Esto lleva al aspecto deseo y por lo tanto afecta al cuerpo astral o emocional.
c. Luego viene la visualización definida del efecto de lo que se ha pensado e imaginado, y la forma en que se manifestará en el plano físico.

Se hallará que esto genera energía, lo cual significa que el cuerpo etérico se vitaliza o energiza, gracias a las nuevas corrientes de pensamientos, teniendo lugar ciertas transformaciones y reorganizaciones que, oportunamente, cambiarán totalmente las actividades del ser humano en el plano físico. El constante cultivo de todo esto llega a trasformar al entero triple hombre inferior y, eventualmente, pone de manifiesto la verdad de la frase cristiana: [i193] "sólo Cristo es visto y oído". Únicamente el ser humano real o espiritual puede expresarse por medio de un instrumento físico, así como Cristo se expresó por medio de Jesús, su instrumento y discípulo.

34. Los pensamientos contrarios a la yoga son: ofensividad, falsedad, hurto, incontinencia y avaricia, ya sean cometidos personalmente, obligando a otros a cometerlos o aprobarlos, o surgidos de la avaricia, la ira o el engaño (ignorancia), y pueden ser veniales, capitales o mortales. Dan siempre por resultado excesivo dolor e ignorancia. Por esta razón deben cultivarse los pensamientos opuestos.

Se observará que los cinco mandamientos se refieren específicamente a estos pensamientos contrarios al yoga o unión, y que el cumplimiento de los mandamientos traerá:

a. lnofensividad, en vez de ofensividad.
b. Verdad, en vez de falsedad.
c. No hurtar, en vez de hurtar.
d. Autocontrol, en vez de incontinencia.
e. Conformidad, en vez de avaricia o codicia.

Al aspirante no le queda excusa alguna al inculcarle la verdad de que la transgresión de los mandamientos produce igualmente efectos, tanto si la violación es leve como si es grave. "Un pensamiento contrario" debe producir efecto; este efecto es dual: dolor e ignorancia o engaño. Existen tres palabras que el estudiante esotérico asocia siempre con los tres mundos: [i194]

1. Maya o ilusión, referida al mundo de las formas, donde el verdadero yo se halla durante la encarnación, y con las cuales ignorantemente se identifica durante largos eones.
2. Engaño, el proceso de identificación errónea, donde el yo se engaña a sí mismo y dice: "Yo soy la forma".
3. Ignorancia o avidya, el resultado de esta errónea identificación y al mismo tiempo su causa.

El yo está revestido por la forma; es engañado en el mundo de la ilusión. Sin embargo, cada vez que a sabiendas tiene pensamientos contrarios al yoga, el yo se sumerge aún más en el mundo ilusorio y hace que el velo de la ignorancia sea más tupido. Cada vez que el peso de la imaginación se inclina hacia la naturaleza real del yo y se aleja del mundo del no-yo, la ilusión disminuye, se desvanece el engaño y el conocimiento reemplaza gradualmente a la ignorancia.

35. Frente a quien ha perfeccionado la inofensividad, cesa toda enemistad.

Este aforismo pone de manifiesto la actuación de una gran ley. En el Libro Cuarto, Af. 17, Patanjali dice que la percepción de una característica, de una cualidad y de una forma objetiva, depende de que el perceptor posea características, cualidades y capacidades objetivas similares. Esta similitud es la base de la percepción. Se señala la misma verdad en la primera [i195] Epístola de San Juan, en las palabras: "Seremos semejantes a Él, porque lo veremos como Él es". Sólo puede establecerse contacto con lo que ya está presente en la conciencia del perceptor. Por lo tanto, si en el perceptor hay enemistad y odio, es porque residen en él las simientes de la enemistad y el odio. Cuando están ausentes, no existe más que unidad y armonía. Éste es el primer paso hacia el amor universal, esfuerzo práctico del aspirante para llegar a ser uno con todos los seres. Empieza consigo mismo y procura desarraigar de su propia naturaleza todas las semillas de la ofensividad. Se ocupa así de la causa que produce la enemistad hacia él y los demás. El resultado natural es que disfruta de paz, y los demás están en paz con él. En su presencia, hasta las bestias salvajes se sienten impotentes, en virtud del estado mental del aspirante a yogui.

36. Quien se perfecciona en ser veraz, observa inmediatamente la eficacia de sus palabras y actos.

Esta cuestión de la verdad es uno de los grandes problemas que el aspirante debe resolver; quien intente decir únicamente lo que es estrictamente exacto, enfrentará dificultades bien definidas. La verdad es muy relativa mientras prosigue la evolución y su manifestación progresiva. Podría definirse como la manifestación, en el plano físico, de esa medida de realidad divina que permite expresar la etapa de evolución y el medio [i196] empleado. Por lo tanto, la verdad involucra la habilidad del perceptor o aspirante, para ver correctamente la medida de divinidad que encierra una forma (tangible, objetiva o verbal). Implica, por lo tanto, la capacidad de penetrar hasta lo subjetivo y establecer contacto con lo que toda forma encubre, y también la habilidad del aspirante para construir una forma (tangible, objetiva o verbal) que exprese la verdad tal cual es. Éstas son, en realidad, las dos primeras etapas del gran proceso creador,

1. correcta percepción,
2. exacta construcción,

que llevan a la consumación, de la que trata el aforismo en consideración, o sea la efectividad de las palabras y los actos para expresar la realidad o la verdad tal cual es. Este aforismo es la clave del trabajo del mago y la base de la gran ciencia de los mántram o palabras de poder, que constituyen el equipo de todo adepto.

Mediante la comprensión de

b. la ciencia del sonido,
c. la finalidad de la evolución,
d. la etapa cíclica actual,
e. la naturaleza de la forma,
f. la manipulación de la sustancia atómica,

el adepto, no sólo ve la verdad en todas las cosas, sino que comprende cómo hacer visible la verdad, ayudando así al proceso evolutivo y "proyectando imágenes sobre la pantalla del tiempo".

Esto lo hace por medio de ciertas palabras y acciones. En el aspirante, el desarrollo de esta capacidad se realiza gracias al constante [i197] esfuerzo por llenar los siguientes requisitos:

1. Estricta atención a todas las formas verbales que emplea.
2. Empleo inteligente del silencio, como factor de servicio.
3. Estudio constante de las causas subyacentes en cada acto, a fin de comprender la razón de la efectividad o no efectividad de la acción.
4. Esfuerzo constante para ver la realidad en todas las formas. Esto implica, textualmente, el estudio de la ley de causa y efecto o karma; el objetivo de la ley kármica es poner los polos opuestos, espíritu y materia, en concordancia con los requisitos del espíritu, a fin de que la materia y la forma puedan expresar perfectamente la naturaleza del espíritu.

37. Cuando la abstención de hurtar es perfecta, el yogui puede tener cuanto desea.

Aquí tenemos la clave de la gran ley de oferta y demanda. Cuando el aspirante ha aprendido a no desear nada para el yo separado, se le pueden confiar las riquezas del Universo; cuando nada exige para la naturaleza inferior ni reclama para el triple hombre físico, entonces le llega todo lo que desea, sin pedirlo ni reclamarlo. En algunas traducciones se expresa esto mismo, diciendo: "todas las joyas son suyas".

Debe recordarse que no hurtar se refiere no sólo a abstenerse de sustraer cosas tangibles y físicas, sino a no hurtar en los planos emocional y mental. El aspirante no sustrae nada [i198] ni reclama beneficios emocionales (tales como amor y favoritismo, antipatía u odio) ni los absorbe cuando no le pertenecen; repudia todo beneficio intelectual; no reclama una reputación injustificada; no asume el deber, el favor o la popularidad de otro; se adhiere estrictamente a lo que le pertenece. El mandato oriental es: "que cada uno atienda su propio dharma" y cumpla su parte. "Ocúpate de tus cosas” es la forma occidental de enseñar la misma verdad y trasmitir el mandato de que no hemos de hurtar a otros la oportunidad de obrar correctamente, de estar a la altura de la responsabilidad y de cumplir con el deber. Ésta es la verdadera abstención de hurtar que hace al hombre cumplir perfectamente con sus propias obligaciones, cargar con sus responsabilidades y desempeñar sus deberes, lo cual evitará apropiarse de lo que pertenece a su hermano, en los tres mundos del esfuerzo humano.

38. Cuando se practica la continencia, se adquiere energía.

La incontinencia se considera como disipación de la vitalidad o virilidad de la naturaleza animal. El poder de crear en el plano físico y de perpetuar la especie es la acción más elevada de que el ser humano es capaz. La disipación de los poderes vitales y la incontinencia en la vida libertina, es el gran pecado contra el cuerpo físico. Indica que no se reconoce ni aprecia el acto procreador; acusa incapacidad [i199] de resistir los deseos y placeres inferiores y la pérdida del propio control. Los resultados hoy se manifiestan en la familia humana en la poca salud, en los hospitales colmados y en los hombres, mujeres y niños enfermizos, débiles y anémicos que vemos por todas partes. Esto significa poca conservación de la energía, y las mismas palabras "disipación" y "hombres disipados" contienen una lección.

Lo primero que el discípulo debe hacer es aprender la verdadera naturaleza de la creación y conservar su energía. No se impone el celibato, pero sí el autocontrol. Durante un ciclo relativamente corto de vida, donde el estudiante se prepara para hollar el sendero, posiblemente habrá una vida, o quizás varias, en que tendrá que abstenerse de procrear, a fin de dominarse y demostrar que ha subyugado completamente su naturaleza sexual inferior. El correcto empleo del principio del sexo, de acuerdo a la ley vigente en el país, caracteriza al verdadero aspirante.

Aparte de la consideración de este tema en relación con la conservación de energía, hay otro punto de vista, desde el cual el aspirante encara el problema, y es la transmutación del principio vital (tal como se manifiesta a través del organismo físico) en su expresión dinámica, cuando lo hace por medio del órgano del sonido o de creación, es decir mediante la palabra, o sea el trabajo del verdadero mago. Existe, como bien saben todos los estudiantes esotéricos, una íntima relación entre los órganos de la procreación y el [i200] tercer centro mayor, el laríngeo. Esto se manifiesta fisiológicamente en el cambio producido en la voz en el período de la adolescencia. Mediante la verdadera conservación de la energía y la continencia, el yogui se convierte en un creador en el plano mental, mediante la palabra y el sonido; así la energía que pudo ser disipada en la actividad del centro inferior se concentra y trasmuta en el gran trabajo creador del mago. Esto se lleva a cabo por la continencia, el vivir puro y el pensar limpio, en vez de las perversiones de la verdad esotérica, como la magia sexual y las monstruosas perversiones sexuales practicadas por ciertas escuelas seudo-ocultistas. Éstas últimas están en el sendero negro, y no conducen al portal de la iniciación.

39. Cuando la abstención de la avaricia es perfecta se llega a la comprensión de la ley de renacimiento.

Este aforismo imparte en forma inequívoca la gran enseñanza de que el espíritu encarna por el deseo de adoptar determinada forma. Cuando no existe deseo, los tres mundos no pueden retener al yogui. El deseo, los diversos anhelos por las cosas, las experiencias o el ansia de vivir en la forma, constituyen la fragua donde forjamos nuestras cadenas.

Cuando se cultiva y está presente la conformidad, se rompen gradualmente tales cadenas y ya no se forjan otras; a medida que nos desligamos del mundo de la ilusión, se aclara nuestra visión y paulatinamente se nos hacen aparentes y [i201] comprensibles las leyes del ser y de la existencia. Esto explica el cómo y el porqué de la vida. La razón de la existencia y el método del plano físico ya no constituyen un problema, y el yogui comprende la razón de por qué ha existido el pasado y cuáles son sus características; entiende la razón del presente ciclo de vida y experiencia, aplica cada día prácticamente la ley, y sabe muy bien qué debe hacer para el futuro. De esta manera se libera a sí mismo, nada desea de los tres mundos y se reorienta hacia el mundo del ser espiritual.

En estas cualidades tenemos el cumplimiento de los cinco mandamientos.

40. La purificación interna y externa produce aversión a la forma, tanto a la propia como a las demás formas.

La paráfrasis del Af. 40 no coincide con la traducción técnica de las palabras sánscritas, debido a que las palabras empleadas han sido mal interpretadas. Literalmente la traducción es: "La purificación interna y externa produce odio contra el propio cuerpo y el rechazo de todo intercambio con otros cuerpos". La tendencia de los estudiantes de Occidente a interpretar literalmente, exige una traducción más libre. El estudiante oriental, más versado en la presentación simbólica de la verdad, no es tan propenso a equivocarse en este sentido. Al considerar este aforismo debe tenerse presente que la pureza es una cualidad del espíritu. [i202] La purificación es necesariamente de varios tipos y se relaciona con los cuatro vehículos (los cuerpos físico, etérico, emocional y mental) mediante los cuales el ser humano se pone en contacto con los tres mundos de su actividad. Podemos, por lo tanto, diferenciarlos así:

a.  Pureza externa ...........      vehículo físico ........    cuerpo denso.
b.  Pureza magnética .......    vehículo etérico ......    pureza interna.
c.  Pureza psíquica............    vehículo astral  .......    pureza emocional.
d.  Pureza mental ............     vehículo mental ......    pureza de la mente concreta.

Debe tenerse cuidadosamente en cuenta que esta pureza concierne a la sustancia, de la cual está compuesto cada uno de los vehículos, lográndose de tres maneras:

1. Por la eliminación de la sustancia impura, o los átomos y moléculas que limitan la libre expresión del espíritu y lo confinan en la forma, y no le permiten ingresar ni egresar libremente.
2. Por la asimilación de los átomos y moléculas que tienden a proporcionar una forma, mediante la cual el espíritu pueda actuar adecuadamente.
3. Por la protección de la forma purificada contra la contaminación y deterioración.

En el sendero de purificación o de probación comienza el proceso eliminatorio; en el sendero del discipulado se aprenden las reglas del proceso constructivo o asimilativo, y en el sendero de iniciación (después de la segunda iniciación) se inicia el trabajo protector.

En Occidente son bien conocidas y generalmente practicadas las reglas de purificación externa, de sanidad y de higiene. Oriente conoce mejor las reglas [i203] de purificación magnética; una vez que ambos sistemas se sinteticen y reconozcan mutuamente, la envoltura física, en su doble naturaleza, alcanzará, con el tiempo, un alto grado de refinamiento.

Sin embargo, en el actual ciclo, el interés de la Jerarquía está centrado, en gran parte, en el problema de la pureza psíquica, razón por la cual en la actualidad se desarrolla la tendencia a la enseñanza esotérica. Ésta se aleja de lo que comúnmente se entiende por desarrollo psíquico y, sin hacer hincapié sobre los poderes psíquicos inferiores, trata de entrenar al aspirante en las leyes de la vida espiritual. Esto produce la comprensión de la naturaleza de la psiquis o alma, y el control de la naturaleza psíquica inferior. El gran "empuje" del esfuerzo jerárquico, correspondiente a este siglo 1926-2026, será hecho en esa dirección, conjuntamente con la difusión de las leyes del pensamiento. De ahí la necesidad de promulgar las enseñanzas dadas en los aforismos del yoga, que proporcionan las reglas para el control de la mente, pero al mismo tiempo tratan extensamente de la naturaleza de los poderes psíquicos y el desenvolvimiento de la conciencia psíquica.

El Libro Tercero trata de tales poderes; podría decirse brevemente que todo el tema de los aforismos consiste en desarrollar el control de la mente, con el propósito de establecer contacto con el alma y obtener el consiguiente control de los poderes psíquicos inferiores, y su desenvolvimiento debe ir paralelo al de los poderes superiores. Debe hacerse hincapié sobre esto. Aversión a la forma o "ausencia de deseo" (término genérico, que abarca esta condición de la mente) es el gran impulso que, [i204] con el tiempo, lleva a liberarse completamente de la forma.