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CAPÍTULO VIII. LA UNIVERSALIDAD DE LA MEDITACIÓN

CAPÍTULO VIII. LA UNIVERSALIDAD DE LA MEDITACIÓN

«Ante cada hombre se abre
un Camino, y Caminos y un Camino.
Y el Alma Superior asciende por el Camino Superior
y el Alma Inferior va a tientas por el inferior;
y entremedio, en las brumosas planicies,
los demás van a la deriva de aquí para allá.
Pero ante cada hombre se abre
un Camino superior y otro inferior,
y cada hombre decide
el Camino que debe seguir su alma».

John Oxenham

[i177] Hemos delineado el método por el cual el místico puede convertirse en conocedor consciente y también definimos el desarrollo correlativo que con el tiempo produce la iluminación del cerebro físico e induce a llevar una vida inspirada en la tierra. Empezamos con el hombre que, habiendo agotado los recursos y las satisfacciones del vivir físico y enfrentando la inevitabilidad de una gran transición hacia otra dimensión de la vida, busca la senda hacia el conocimiento y la certeza. Descubre, si ha investigado imparcialmente, que en todas las épocas han existido quienes saben y penetraron hasta el corazón del misterio del ser, y regresaron trayendo la seguridad de la inmortalidad del alma y la realidad del reino de Dios. Hablan también de un método por el cual llegaron a esta captación de la Verdad divina, y de una técnica que les posibilitó la transición del cuarto al quinto reino de la naturaleza.

Hallamos que en el transcurso de las edades, estos hombres iluminados dan testimonio de la misma verdad y afirman que este método universal les proporciona los siguientes resultados: [i178]

Primero: Una experiencia directa de las realidades divinas, de las verdades trascendentales y del mundo sobrenatural. Cuando se hace contacto con ésta, es un proceso tan natural y parte vital del desarrollo evolutivo, como cualquiera de los procesos comprobados por las ciencias de la biología, de la física y de la química. Así como estas tres grandes ciencias ocultas e inalcanzables para el estudiante común, también la metafísica superior oculta e inalcanzable para el académico que carece de la necesaria amplitud de criterio y de un definido entrenamiento y equipo.

Segundo: El desarrollo y la revelación del yo. Mediante la educación mental y espiritual que la práctica de la meditación avanzada confiere, se resuelve el problema de los psicólogos respecto a la naturaleza del Yo, el alma, la psique, y la palabra se puede resolver de nuevo en su sentido original – Psyche, el nombre del alma. El proceso ha sido la revelación gradual y el acercamiento progresivo al alma, surgiendo la psique en su verdadero ser.

Detrás de la materia existe un factor potente e inmanente, responsable de la coherencia de la naturaleza forma, y que constituye la personalidad actuando en el mundo físico. Este factor puede ser considerado como el aspecto vida, con el cual luchan continuamente los estudiosos que tratan de llegar a su origen y a su causa. Aún más profundamente arraigado tenemos los aspectos sentimiento, sufrimiento, experiencia y emoción del yo, actuando [i179] por medio del sistema nervioso y del cerebro y rigiendo muy poderosamente todas las actividades del mundo de los asuntos humanos. El hombre siente placer y dolor; está ensimismado en su estado de ánimo y reacciones emocionales hacia la vida, y en sus preocupaciones y deseos de todo tipo. Ésta es la vida personal común de la mayoría de nosotros, porque, en la actual etapa del desarrollo humano, sentimos más que pensamos. La razón de ello nos la da claramente Patanjali cuando dice:

«El sentido de lo personal se debe a que el conocedor se identifica con el instrumento del conocimiento... La ilusión de que el Perceptor y lo percibido son una y la misma cosa, es la causa (de los efectos que producen dolor) que debe evitarse». [cxiii]  114

En otra parte dice Patanjali que la experiencia de la vida y el proceso de vivir y sentir en el plano físico viene de «... la incapacidad del alma para distinguir entre el yo personal y el espíritu o purusha. Las formas objetivas existen para uso (y experiencia) del hombre espiritual. Meditando sobre esto surge la percepción intuitiva de la naturaleza espiritual». [cxiv] 115

Mediante esta experiencia vital y por el proceso del deseo sensorial y de la percepción consiguiente, el hombre agota este aspecto de su naturaleza y penetra más profundamente hasta llegar al tercer factor, la mente. El hombre se halla actualmente en este punto de la investigación, y la cuidadosa consideración de los procesos mentales y el estudio de las reacciones de la mente, sus causas y objetivos, absorben la atención [i180] de los psicólogos de todas partes. Entre ellos hay muchas escuelas de pensamiento que mantienen opiniones ampliamente divergentes, pero se acepta universalmente que existe algo llamado mente, lo cual influye acrecentadamente sobre la raza.

Desde este punto ¿a dónde vamos? En el transcurso de las edades hubo un gran progreso en la evolución de la consciencia humana; un constante crecimiento en la comprensión de la naturaleza y del mundo en que los hombres viven una creciente captación del Todo; hasta que hoy el mundo está unido por la radio, y la televisión. El hombre es omnipresente, y la mente es el principal factor que ha producido este aparente milagro. Hemos llegado a un entendimiento de las leyes que rigen al mundo natural y alguna de las que gobiernan el mundo psíquico. Las leyes del llamado reino espiritual quedan por ser descubiertas y empleadas científicamente. Pocos las han conocido y hablaron de ellas a la humanidad, pero son utilizadas únicamente por los espíritus precursores de nuestra raza. Entre los pocos que aparecen como conocedores eminentes tenemos a Buda, Cristo, Platón, Aristóteles, Pitágoras, Meister Eckhart, Jacob Boehme, Spinoza… los nombres son muchos. Empecemos por formular las adecuadas preguntas: ¿No es acaso posible que muchos cientos de personas estén en condiciones de coordinar el cerebro, la mente y el alma, para traspasar el portal de la percepción mental hacia el reino de la luz, de la percepción intuitiva y el mundo de las causas? Desde el punto de vista del mundo mental, en que hemos penetrado, [i181] dejando atrás el cuerpo físico y la naturaleza psíquica, ¿no podemos ahora continuar hacia el siguiente desenvolvimiento evolutivo? Poseyendo algún entendimiento de la naturaleza de la humanidad y de la mente, ¿no podemos empezar a captar la naturaleza de la intuición y actuar en otro reino con la misma comprensión y facilidad con que lo hacemos como hombres? Los Conocedores dicen que sí, e indican el camino.

Tercero: En el lenguaje de algunos de los precursores del reino, el tercer resultado de la meditación es encontrar a Dios. Relativamente tiene poca importancia lo que en forma detallada significa esa breve palabra de cuatro letras. No es más que un símbolo de la realidad. Cada religión mundial acepta la existencia de una vida inmanente en la forma y una causa que ha traído todas las cosas a la existencia. Todo ser humano es consciente internamente de luchas imprecisas (que se agudizan a medida que el intelecto se desarrolla) que llevan a conocer, entender y responder a las preguntas de ¿por qué y adónde? La mayoría de los hombres cualquiera que sea la teología que profesen, al encontrarse ante el portal de la muerte, afirman su creencia en el Padre de los Seres y aceptan lo que implica esta Paternidad. Consideremos a Dios como ese «elevado y desconocido Propósito» que puede ser reconocido como el conjunto de formas que expresan la Vida, de todoslos estados de consciencia y como la Vida misma; consideremos la Deidad como aquello en que vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, que actúa por medio de todas las formas en la naturaleza (incluyendo la forma humana), Su propio Plan incluyente y [i182] sintético. Los Conocedores dicen que cuando llegaron a un Camino mediante un método y siguiendo ese camino entraron a un nuevo estado del ser, se les reveló el Propósito y el Plan divinos. Ellos pueden participar activamente en él y llegar a ser trabajadores conscientes e inteligentes en el aspecto evolutivo. Saben lo que está ocurriendo porque han visto los anteproyectos.

Cuarto: Con las palabras de las escuelas de misticismo en ambos hemisferios, estos resultados están resumidos en las expresiones: Unión con Dios o Unificación con la Divinidad. Dios y el hombre están unificados. El yo y el no-yo están unificados. Tauler lo dice:

«En esta unión... el hombre no llega a Dios por imágenes o meditaciones, ni por un esfuerzo mental superior, por un gusto ni por una luz, en verdad lo recibe a Sí Mismo internamente y en una forma que supera grandemente todo el sabor y la luz de los seres creados, la razón, la mesura y la inteligencia». 116

Todos los demás factores por debajo de la realidad espiritual son caminos hacia el centro y deben ser totalmente reemplazados durante el estado contemplativo, cuando el hombre sale de la consciencia de la forma y pasa a la realidad espiritual, el alma, la cual es parte consciente e indivisible del alma universal, por paradójico que parezca, y está desprovista de todo sentido de separatividad; de ahí que la unión con Dios sea un hecho conocido de la naturaleza, que siempre ha existido. El [i183] alma se reconoce conscientemente como una con Dios. Con estas ideas en nuestras mentes y con una comprensión de la parte que ha desempeñado el intelecto, adquieren nueva claridad las palabras de San Pablo: «Que esta mente sea en vosotros como fue en Cristo Jesús, Quien siendo a imagen de Dios, no consideró usurpación ser igual a Dios». 

Esta consumada unión (consumada en estado contemplativo) trae como resultado la iluminación de la mente y del cerebro, siempre que se hayan mantenido positivamente aquietados y a la expectativa. Cuando la iluminación es frecuente, y podemos atraerla finalmente a voluntad, produce con el tiempo una vida de inspiración.

Si estas etapas se comprenden y se dominan y si las personas inteligentes están dispuestas a someterse a la técnica delineada, muchos demostrarán esta ciencia divina. Podrá comprobarse la verdad de las palabras expresadas en mi libro que dicen: «surgirá una nueva raza que poseerá nuevas capacidades e ideales y nuevos conceptos acerca de Dios y de la materia, de la vida y del espíritu. En dicha raza y humanidad futuras, se evidenciará no sólo un mecanismo y estructura, sino un alma, una entidad que, valiéndose del mecanismo, manifestará su propia naturaleza, que es amor, sabiduría e inteligencia».[cxvi] 117

Es interesante observar aquí la uniformidad de la enseñanza de todas las religiones y razas, respecto a la técnica para entrar en el reino del alma. Al [i184] parecer, en cierto punto del sendero de evolución, todos los caminos convergen y todos los peregrinos llegan a una posición idéntica en el Camino. Desde este punto de convergencia, siguen el mismo camino, emplean los mismos métodos y utilizan una fraseología curiosamente similar. Ha llegado el momento de comprender esto definitivamente al observar la amplitud del estudio de las religiones comparadas y la interacción entre las razas. Ambos factores están derribando las antiguas barreras y demostrando la unicidad del alma humana. Hablando en términos generales, este Camino está casi universalmente dividido en tres secciones principales que pueden verse, por ejemplo, en las tres grandes religiones: cristiana, budista e hindú. La iglesia cristiana habla del sendero de probación, del sendero de santidad y del sendero de iluminación. El Dr. Evans-Wentz de Oxford, en la introducción de su libro cita a un instructor hinduista en los siguientes términos:

«Las tres escuelas tibetanas principales marcan, a mi modo de ver, tres etapas en el sendero de iluminación o progreso espiritual. En la primera, el devoto está sujeto a advertencias y prohibiciones... es decir, ligado por los reglamentos. En la segunda se adhiere a los métodos tradicionales... donde en cierta medida no son tan estrictas las restricciones comunes, aunque el devoto aún no se ha liberado del todo. En la tercera, el Adi-Yoga, cuando se ve la Luz por medio de las prácticas del yoga, ya no hay restricciones, porque se ha alcanzado el estado de Buda... Estas tres etapas corresponden, hablando en forma general, a lo que los Tantras quieren dar a entender con las expresiones... [i185] estados del hombre-animal, del héroe y del Divino Iluminado»[cxvii]  118

El Método del Budismo Tibetano

Al estudiar la vida de Milarepa el Santo del Tíbet que vivió en los siglos xi y xii de la era cristiana, hallamos la afirmación de que obtuvo la unión por el método de la práctica de la meditación y, finalmente, la iluminación. Dice:

«Fue aquel que habiendo dominado las ciencias místicas y ocultas le fue comunicado... continuamente los cuatro estados beatíficos de la comunión del éxtasis...

«Fue aquel que, habiendo alcanzado la omnisciencia, la buena voluntad omnipenetrante, el amor que resplandece, juntamente con la adquisición de poderes y virtudes trascendentales, se convirtió en un Buda autodesarrollado que sobresalió sobre todas las opiniones y argumentos contradictorios de las distintas sectas y credos...

«Fue el ser más diligente y perseverante en la meditación sobre el raro sendero. ... Habiendo adquirido pleno poder sobre los estados y facultades mentales internos, venció todos los peligros de los elementos externos...

«Fue un ser que practicaba en forma perfecta las cuatro etapas de la meditación (análisis, reflexión, bondad, beatitud). Éstos son los cuatro estados mentales progresivos que conducen a la completa concentración de la mente y producen la iluminación del éxtasis...

«Fue un sapientísimo profesor de la Ciencia de la Mente, y probó que la mente era, más allá de toda discusión, el principio y el fin de todos los fenómenos visibles, materiales y espirituales, cuyos rayos debe dejárselos brillar sin impedimentos, y se desarrollan (como bien sabía) en la triple [i186] manifestación del Ser divino universal, por medio de su propio y libre poder inherente».[cxviii]  119

Así, tenemos el mismo procedimiento — actividad mental, contemplación, unión e iluminación.

El Método del Budismo Chino

Una de las principales contribuciones al proceso de iluminación es la comprensión de cómo el Buda halló la Luz, lo cual demuestra en forma notable el empleo de la mente para vencer la ignorancia y su consiguiente inutilidad para conducir al hombre al mundo de la luz y del ser espiritual. El Dr. Suzuki, profesor de Budismo Zen en el Instituto Budista en Kioto, habla sobre ello en los siguientes ilustrativos párrafos. Dice que por medio del «supremo y perfecto conocimiento», Buda alcanzó la sabiduría que, de un Bodhisattva, lo trasformó en Buda. Este conocimiento es:

«...una facultad intelectual y espiritual a la vez; mediante su actuación, el alma puede romper las cadenas de la intelectualidad, que es siempre dualista, pues conoce el sujeto y el objeto; pero en Prajña, sabiduría que se ejercita ‘al unísono con la visualización de un solo pensamiento’, no hay separación entre el conocedor y lo conocido; estos se perciben en un sólo pensamiento, y la iluminación es consecuencia de ello...

«Vemos pues que la iluminación es un estado absoluto de la mente donde no hay ‘discernimiento’... y exige un gran esfuerzo mental el alcanzar el estado de percepción [i187] de todas las cosas ‘en un solo pensamiento’. En efecto, nuestra consciencia lógica y práctica, tiende demasiado al análisis y a la ideación, es decir, para comprender las realidades las separamos en elementos, pero cuando se las une para reconstruir el original, los elementos se destacan demasiado conspicuamente y no percibimos el todo ‘en un solo pensamiento’. Y sólo cuando tenemos un ‘solo pensamiento’ alcanzamos la iluminación, entonces debe hacerse el esfuerzo de ir más allá de nuestra consciencia relativamente empírica... El hecho más importante subyacente en la experiencia de la iluminación es, por consiguiente, que Buda realizó el más arduo esfuerzo para resolver el problema de la ignorancia y ejerció el máximo poder de la voluntad para alcanzar el éxito en la lucha... La iluminación, en consecuencia, debe involucrar la voluntad lo mismo que el intelecto. Es un acto de intuición nacido de la voluntad... El Buda alcanzó esta finalidad cuando obtuvo una nueva percepción interna, al terminar su incesante razonamiento circulatorio de la decadencia y la muerte a la ignorancia, y de ésta, a la decadencia y la muerte... Pero poseía una voluntad indomable; quería con la máxima fuerza de su voluntad llegar a la real verdad de la cuestión; golpeó hasta que las puertas de la ignorancia cedieron y se abrieron ante un nuevo panorama, jamás presentado antes a su visión intelectual».[cxix] 120

En páginas anteriores, el Dr. Suzuki señala que alcanzar el nirvana es, esencialmente y después de todo, la afirmación y la adquisición de la unidad. En el mismo escrito encontramos las palabras:

«Ellos (los budistas) descubrieron finalmente que la iluminación no era una cosa que perteneciera exclusivamente a Buda, sino que todos pueden alcanzarla si se liberan de la ignorancia, abandonando el concepto dual de la vida y el mundo; además llegaron a la conclusión de que el nirvana no significaba desaparecer en un estado de absoluta [i188] inexistencia; ni algo imposible mientras debamos tener en cuenta los hechos reales de la vida, y que el nirvana en su final significación era una afirmación más allá de todos los opuestos.[cxx] 121

El término «Prajña», utilizado anteriormente, es muy interesante... Es «la presencia de una facultad en cada individuo...: es el principio que hace posible la iluminación en nosotros lo mismo que en Buda. Sin «Prajña’ no podría haber iluminación, el poder espiritual más elevado que poseemos. El intelecto... es relativo en su actividad... Buda, antes de la iluminación era un común mortal, y nosotros, los mortales comunes, seremos Budas cuando nuestros ojos mentales se abran a la Iluminación».[cxxi]  122

Tenemos aquí la mente enfocada y utilizada hasta su capacidad máxima y luego la cesación de tal actividad. Sigue después el empleo de la voluntad para mantener la mente firme en la luz, y entonces tendremos visión, esclarecimiento e iluminación.

El Método del Yoga del Hinduismo

Los hinduistas han analizado, quizás más claramente que ningún otro grupo de pensadores, el proceso de acercamiento mental a la realidad, y la parte que la mente debería desempeñar. Shankaracharya, citado por René Guénon123 en su libro, dice:

«El yogui cuyo intelecto es perfecto, contempla todas las cosas como residiendo dentro de sí mismo (en su propio ‘Yo’, sin [i189] diferenciar lo interno ni lo externo) y así él, mediante el ojo del conocimiento (Jñana-chaksus, expresión que se puede traducir con bastante exactitud como ‘intuición intelectual’), percibe (o más bien concibe), no en forma racional o discursiva, sino por percepción directa o inmediato asentimiento, que todo es atma». [cxxii] 123

El yogui o quien ha alcanzado la unión (puesto que yoga es la ciencia de la unión), se conoce a sí mismo como es en realidad. Descubre, una vez que la ignorancia cede su lugar al conocimiento trascendental, que está identificado con Brahma, la Causa Eterna, el Único y Solitario. Se conoce a sí mismo, más allá de toda controversia, como Dios, Dios inmanente y Dios trascendente. Y continúa diciendo:

«Él es ‘el Supremo Brahma, eterno, puro, libre, solo (en su absoluta perfección), incesantemente pleno de Beatitud, sin dualidad (no condicionado), Principio de toda existencia, conociendo (sin que este conocimiento implique distinción alguna entre sujeto y objeto, lo cual sería contrario a la no-dualidad) y sin fin».

«Él es Brahma, por quien todas las cosas se iluminan (participando de su Esencia de acuerdo a sus grados de realidad), Luz que hace brillar el sol y todos los cuerpos luminosos, pero no se manifiesta por su luz.

«Él ‘Yo’, iluminado por la meditación..., luego, ardiendo con el fuego del conocimiento (comprendiendo su esencial identificación con la Luz suprema), es librado de todo accidente... y brilla en su propio esplendor, como oro purificado en el fuego.

«Cuando el sol del Conocimiento espiritual nace en el cielo del corazón (es decir, en el centro del ser...), disipa la oscuridad (de la ignorancia, que vela la [i190] sola Realidad absoluta), lo compenetra todo, lo envuelve todo y lo ilumina todo».[cxxiii] 124

El Padre Maréchal dice:

«... la experiencia psicológica vivida por los contemplativos pasa por dos fases de concentración mental e inconsciencia descritas por M. Oltramare, de acuerdo con el Sarvadarsanasangraha: ‘En dos fases sucesivas el yogui absorbe anticipadamente la base de ulteriores existencias y borra las impresiones determinadas por la actual. En la primera es consciente...; luego, el pensamiento está atento exclusivamente a su objeto apropiado y todas las modificaciones del principio pensante quedan suspendidas en la medida que dependen de las capas externas; los frutos que obtiene bajo esta forma son visibles —la cesación del sufrimiento— o invisibles ––percepción inmediata del Ser, el objeto de la meditación... El segundo período de la yoga es inconsciente... el órgano pensante se resuelve en su causa..., la sensación de la personalidad se pierde, el sujeto que está meditando, el objeto que ocupa su pensamiento y el acto de la meditación misma, constituyen una sola cosa..». [cxxiv] 125

Patanjali, el maestro más grande del mundo sobre la Ciencia del Yoga ha resumido las etapas finales en su Libro iv, en las siguientes palabras:

«El estado de unidad aislada (absorbido en la verdadera naturaleza del yo) es la recompensa del hombre capaz de discriminar entre la sustancia mental, y el Yo u hombre espiritual.

«El estado de unidad aislada es posible cuando las tres cualidades de la materia (las tres gunas o potencias de la [i191] naturaleza) ya no aferran al yo. La consciencia espiritual pura se retrotrae en el Uno».

«Cuando la inteligencia espiritual, que permanece sola y libre de objetos, se refleja en la sustancia mental, entonces se obtiene la consciencia del Yo... Luego, la mente tiende a... una creciente iluminación..». [cxxv] 126

Tenemos aquí el mismo concepto. El empleo de la mente, la abstracción final de la consciencia mental y la realización de la unidad. Esto tiende a la constante iluminación.

El Método del Sufismo

Los escritos de los sufíes están muy velados por la imaginería y el simbolismo, y tienen un sentido de dualidad más pronunciado que quizá otro sistema religioso esotérico, excepto los escritos místicos cristianos. Pero de ellos surgen la misma expresión de la verdad y método básico. Los siguientes extractos tomados del más antiguo Tratado Persa sobre Sufismo lo demostrará. Es interesante observar que los escritos que más persisten y demuestran mayor y amplia utilidad, nos llegan de los Conocedores, donde relatan sus experiencias de la divinidad de tal modo, que puedan enseñar y delinear, lo mismo que declarar y afirmar. En el libro The Kashf Al-Mahjúb se dice:

«El primer paso para la unificación es la aniquilación de la separación, porque separación es la declaración de que nos hemos apartado de las imperfecciones, mientras que la unificación es la declaración de la unidad de una cosa... En consecuencia, el primer paso hacia la unificación es negar que Dios tiene un asociado y apartar toda mezcla.

[i192] «Nuestros principios de unificación son cinco: la eliminación del fenomenismo, la afirmación de la eternidad, el alejamiento de los lugares familiares, la separación de los hermanos y el olvido de lo conocido y lo desconocido.

«La eliminación del fenomenismo consiste en negar que el fenómeno tenga relación con la unificación, o que los fenómenos puedan alcanzar Su santa esencia, y la afirmación de la eternidad consiste en convencernos que Dios siempre ha existido...; el alejamiento de los lugares habituales, para el novicio significa alejarse de los placeres habituales del alma inferior y de las formas de este mundo, y para el adepto, el abandono de los lugares elevados, de los estados gloriosos y los milagros excelsos; la separación de los hermanos significa alejarse de la sociedad humana e ir hacia la sociedad de Dios, pues un solo pensamiento que no sea el de Dios es un velo y una imperfección, y cuanto más se asocian los pensamientos del hombre con otro que no sea Dios, más velos cubren a Dios; porque universalmente se acepta que la unificación es la concentración del pensamiento, mientras que contentarse con otra que no sea Dios, significa dispersión del pensamiento..». [cxxvi]  127

Encontramos en el mismo libro estas palabras:

«Uno de los Shaykhs dice: ‘Cuatro cosas son necesarias para quien ora: aniquilación del alma inferior, pérdida de los poderes naturales, pureza en lo íntimo del corazón y perfecta contemplación. La aniquilación del alma inferior se alcanza únicamente por la concentración del pensamiento, la pérdida de los poderes naturales, por la afirmación de la Majestad Divina, lo cual implica la destrucción de todo lo que no sea Dios; la pureza en lo íntimo del corazón se alcanza sólo por el amor, y la contemplación perfecta por la pureza de lo más íntimo del corazón’». [cxxvii] 128

Tenemos así, nuevamente, la misma verdad. [i193]

El Método del Cristianismo

Resulta fácil encontrar muchos pasajes que unen el camino del Conocedor cristiano con el de su hermano oriental. Dan testimonio de la misma eficacia del método y emplean también el intelecto hasta donde éste puede alcanzar y luego suspender todo esfuerzo, mientras se instituye una nueva condición del ser y sobreviene un nuevo estado de consciencia. San Agustín dice: «Así como es inefable lo que surge del Hijo y del Padre en el primer proceso, así también existe algo oculto tras el primer proceso, el intelecto y la voluntad». Meister Eckhart se vincula con los Conocedores orientales en las siguientes palabras:

«El intelecto es el poder más elevado del alma, por el cual el alma capta el bien divino. Libre albedrío es el poder de saborear el bien divino que el intelecto le hace conocer. La chispa del alma es la luz del Reflejo de Dios que mira atrás, hacia Dios. El arcano de la mente es el conjunto, por así decirlo, de todo el bien divino, y los dones divinos en la más profunda esencia del alma, son un pozo sin fondo de bondad divina.

«Los poderes inferiores del alma deben estar supeditados a los superiores y los superiores a Dios; los externos a los internos y los internos a la razón; el pensamiento a la intuición y la intuición y todo, a la unidad, para que el alma pueda estar sola, sin que nada penetre en ella, sino la pura divinidad, fluyendo en sí misma.

«Cuando la mente del hombre haya perdido el contacto con todas las cosas, sólo entonces hará contacto con Dios.

«En este influjo de gracia surge inmediatamente la luz de la mente, a la que Dios envía un rayo de Su límpido esplendor. En esta poderosa luz, un mortal se halla tan por [i194] encima de sus semejantes, como el hombre vivo lo está de su sombra en la pared.

«El hombre egoico trascendiendo su modalidad angélica y guiado por el intelecto, penetra en la fuente de donde afluyó el alma. El intelecto queda afuera con todo lo nombrado. Así el alma se fusiona en una pura unidad».[cxxviii] 129

Las grandes escuelas de meditación intelectual (desprovistas de sentimiento y emoción en las etapas finales) conducen así al mismo punto. Desde el punto de vista del budismo, del hinduismo, del sufismo y del cristianismo, tenemos la misma meta básica: Unificación con la Deidad; la misma trascendencia de los sentidos; el mismo enfoque de la mente en su punto más elevado; la misma inutilidad aparente de la mente más allá del punto que lleva al aspirante a su objetivo; la misma entrada en el estado de contemplación de la Realidad; la misma asimilación en Dios; la percepción de identidad con Dios y la misma subsiguiente iluminación.

Todo sentimiento de separatividad ha desaparecido Existe unidad con el Universo; Identidad con el Todo; percepción consciente del Yo y asimilación, en plena consciencia vigílica, con la naturaleza interna y externa. Esta es la meta definitiva para quien busca el conocimiento.

El yo, el no-yo y la relación entre ambos, son conocidos como un solo hecho, sin diferenciación. Se conoce a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, actuando juntos sin razonamiento, como una sola Identidad — los Tres en Uno y el Uno en [i195] Tres. Éste es el objetivo de todas las escuelas, en que el místico trasciende el sentimiento y hasta el pensamiento y, finalmente, se une con el Todo. Sin embargo, la individualidad se mantiene en consciencia, pero está de tal manera identificada con el conjunto, que todo sentimiento de separatividad desaparece. Nada queda, sino la Unidad realizada.

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114. Bailey, Alice A., La Luz del Alma, págs. 115, 116
115. Ídem, pág. 239
116. Citado por Poulain, R.P., S.J., The Graces of Interior Prayer, pag. 80
117. Bailey, Alice A., El Alma y su Mecanismo, pág. 130
118. Evans Wentz, W.Y., Tibet’s Great Yogi, Milarepa, pág. 5
119. Ídem, págs. ٣٢, ٣٣, ٣٥, ٣٨
120. Suzuki, Daisetz Taitaro, Essays in Zen Buddhism, págs. 113-115
121. Suzuki, Daisetz Taitaro, Essays in Zen Buddhism, pág. 47
122. Ídem pág. ٥٢, ٥٣
123. Citado por Guénon, René, en Man and His Becoming, pág. 254
124. Guénon, René, Man and His Becoming, págs. 256, 258, 259, 260
125. Maréchal, Joseph, S.J., Studies in the Psychology of the Mystics, págs. 312-313
126. Bailey, Alice A., La Luz del Alma, IV, 25, 34, 22
127. Nicholson, Reynold A., The Kashf Al-Mahjúb, págs. 281, 282
128. Ídem, págs. 302-303
129. Pfeiffer, Franz, Meister Eckhart, págs. 338, 144, 66, 101