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LA CONSTRUCCIÓN DE FORMAS MENTALES

 LA CONSTRUCCIÓN DE FORMAS MENTALES

[i273] En esta regla se exponen dos hechos acerca de la forma, que atañen a todas las formas, y se dan también tres importantes preceptos en los siguientes términos:

Los hechos son:

  1. La forma absorbe y utiliza las aguas donde está sumergida.
  2. Como resultado de esto acrecienta su fuerza.

Los tres preceptos son:

  1. Que el mago continúe construyendo su forma hasta asegurar que su potencia es adecuada.
  2. Luego, que los “constructores externos” cesen su trabajo.
  3. Que los “constructores internos” inicien su ciclo.

En el proceso de construcción de la forma mental vimos que esta tuvo que ser oportunamente orientada en la dirección correcta y encaminada en el sendero apropiado, a fin de desempeñar la voluntad y el propósito de su creador. Esto sucede al comenzar el trabajo, y después del proceso de orientación, prosigue el trabajo de construcción, pues la forma mental no está preparada aún para una vida independiente. Existe una verdadera analogía entre el período de gestación de una criatura y el de una forma mental. Un buen médico no descuida nunca la importancia de la correcta ubicación de la criatura dentro de la matriz y, análogamente, cuando hay una posición errónea en el sendero a recorrer para llegar a la existencia, con frecuencia sobreviene la muerte y el desastre. Como bien saben, esta analogía es muy exacta. El nacimiento va precedido por la “ruptura de las aguas” (en términos [i274] médicos); una reacción similar tiene lugar antes que la forma mental produzca los resultados en el plano físico; las aguas del deseo llegan a ser tan poderosas que causan la precipitación y la consiguiente aparición de la forma de expresión deseada.

Tomemos los hechos y las analogías tal cual se presentan y estudiémoslos desde el punto de vista del macro y del microcosmos.

Observemos que la forma absorbe y utiliza la sustancia en que está sumergida. Nuestro sistema solar es uno entre muchos, y no el más grande. Constituye un fragmento de un todo mayor, el cual está formado de siete partes (o siete sistemas solares), está sumergido en las aguas del espacio, ha nacido del deseo y, en consecuencia, es hijo de la necesidad. Extrae su vida de aquello que lo circunda. De todas partes afluyen a nuestro sistema solar corrientes de fuerzas que emanan de “Aquel de Quien nada puede decirse” -como se lo describe en Tratado sobre Fuego Cósmico. Estas corrientes encarnan su voluntad y su deseo, expresan su amor o su capacidad de atracción y se manifiestan como esa gran forma mental que llamamos nuestro sistema.

Al margen de esto sería conveniente observar que a esta Existencia se la denomina “Aquel de Quien nada puede decirse”, no por ser un secreto o misterio, sino porque es imposible describir su vida y su propósito hasta no haber completado el período de evolución en nuestro sistema solar. Observen que digo nuestro sistema solar, no simplemente nuestra existencia planetaria. Especular sobre la Existencia, que a través de su vida da forma a siete sistemas solares, es desperdiciar energía. En nuestro planeta, solo las grandes vidas como las de Buda, los Kumaras y el Logos planetario, comienzan a percibir el impulso dinámico del gran Todo y, aun ellos, siendo apenas sensibles a Él, tampoco pueden concebir su tendencia, pues está más allá de la mente, del amor y de la voluntad. Pone en actividad factores [i275] para los cuales no tenemos términos, y también tendencias que aún no han sido ni remotamente imaginadas en nuestro planeta.

Hemos creado un término que aplicamos al éter. Hablando esotéricamente, esta es la forma moderna de expresar “las aguas del espacio”, es decir, las aguas del deseo, en las cuales estamos sumergidos. Están en constante flujo y reflujo, y es la corriente de vida, constituida por cuarenta y nueve tipos de energía, que fluye a través del loto egoico cósmico y (irradiando de este) nutre con medido sustento a la forma -solar, planetaria o humana- de la cual es responsable. Esto está dilucidado en Tratado sobre Fuego Cósmico.

El ser humano se halla sumergido en las fuerzas que son para él lo que las aguas del espacio para nuestro sistema solar. Descubre que, al igual que nuestro sol y sus planetas-satélites, forman parte de un todo y, así como nuestro sistema es solo uno de siete sistemas unidos para formar el cuerpo o expresión manifestada de una vida, así también el reino humano, del cual la persona constituye una parte infinitesimal, es uno de los siete reinos. Estas son las analogías de los siete sistemas solares en la vida del Logos planetario. Cuando el ser humano empieza a percibir la vida del Logos solar, al expresarse a través de los siete esquemas planetarios, se habrá puesto en contacto con la consciencia del Logos planetario de nuestro esquema especial, el cual percibe parcialmente las vibraciones unidas de las vidas de los siete Logos solares.

Para precisar más esta analogía, diré que el mismo reino humano se halla en un estado de consciencia similar al de la unidad humana, mediante la fuerza subjetiva de su existencia, y desde el punto de vista de la consciencia provee “las aguas del espacio”, en las cuales el ser humano se reproduce y crece. Repito, enfrentamos en el cuarto reino las expresiones de las siete mismas fuerzas, y a medida que el ser reconoce los siete rayos o tipos, y empieza a trabajar conscientemente con ellos, da los primeros pasos para trascenderlos y controlarlos [i276] dentro de su campo de acción. Esto es lo que actualmente está aconteciendo. El conocimiento de los siete tipos de rayo está comenzando a penetrar en los pensadores de la raza, y este conocimiento fue, en épocas pasadas, prerrogativa de los iniciados de entonces. En la presentación astrológica está latente esta información, que conducirá a los discípulos a la comprensión y los pondrá en relación con los siete esquemas planetarios. Sin embargo, no se puede esperar un verdadero desarrollo de la astrología hasta no estar realmente con nosotros la nueva era y no haberse realizado la nueva orientación.

La forma de la humanidad ya se ha completado. El objetivo de la Jerarquía es ubicarla correctamente dentro de la matriz de la materia, con sus consiguientes implicaciones. Observen estas palabras. La necesidad en esta época es muy grande, pues el alma de toda la humanidad está en proceso de nacer. Hablando cósmicamente, si se lograra ahora la correcta orientación de las fuerzas del reino humano, la humanidad manifestaría en la tierra un propósito, una belleza y una forma, expresiones plenas de una realidad interna espiritual, en concordancia con el propósito egoico. Se presiente que surgirán otras eventualidades, y por desgracia pueden acontecer, pero no las consideraremos porque los Hermanos observadores esperan y creen que los seres humanos trascenderán todas las eventualidades indeseables y alcanzarán la meta. Diré una palabra y haré una insinuación. La Jerarquía del planeta es simbólicamente el centro coronario de la humanidad, y sus fuerzas constituyen las fuerzas del cerebro. En el plano físico, existe un gran grupo de aspirantes, discípulos probacionistas y discípulos aceptados, que tratan de responder al “centro coronario”, algunos conscientemente y otros inconscientemente. Son extraídos de todos los campos de expresión, pero en una forma u otra todos son creadores. Constituyen a su vez lo que se podría denominar simbólicamente la “glándula pineal” de la humanidad. Así como en el individuo esta se encuentra generalmente inactiva y dormida, de la misma manera, en la humanidad, este grupo de células en el cerebro del cuerpo colectivo está aletargado, [i277] pero sensible a las vibraciones del centro coronario, la Jerarquía oculta. Algunas de las células están despiertas, y deben intensificar su esfuerzo para despertar a otras. Los precursores de la familia humana, los científicos, los pensadores y los artistas, constituyen el cuerpo pituitario. Expresan la mente concreta, pero carecen de esa percepción intuitiva e idealismo, que los ubicaría (hablando en forma simbólica) en la glándula pineal; no obstante, son inteligentes, expresivos e investigadores. El objetivo de la Jerarquía (también simbólicamente) es hacer tan potente la glándula pineal y por consiguiente ejercer tanta atracción, que las vidas celulares del cuerpo pituitario puedan ser estimuladas para lograr una estrecha interacción. Esto traerá como resultado una acción tan poderosa que hará afluir una corriente de nuevas células a la glándula pineal y, al mismo tiempo, se producirá una reacción tan fuerte que afectará a todo el cuerpo, trayendo como resultado la ascensión de numerosas vidas estimuladas, que ocuparán el lugar de aquellas que hallaron su camino hacia el centro del esfuerzo jerárquico.

Las “aguas del espacio”, donde tiene lugar esta reorientación y reversión de tendencias, están en violenta agitación. El torbellino de deseos contradictorios en que se encuentran sumergidos los seres humanos es hoy caótico y tan poderoso, que las aguas están agitadas hasta sus mismas profundidades. Los estudiantes de la historia moderna y del orden social, enfrentan una situación sin precedentes, la cual corresponde, en el cuerpo colectivo de la humanidad, a los trastornos en la vida del aspirante, que preceden siempre la entrada en el sendero del discipulado. Por lo tanto, no hay razón para sentir depresión o indebida ansiedad, sino ardiente deseo de que la transición pueda efectuarse a su tiempo y en debido orden, y sin demasiada rapidez -lo cual sería destructivo para los correctos vínculos y asociaciones- ni tan prolongada que vaya más allá de la tensión que puede soportar la urdimbre de la humanidad, que ha sido puesta a excesivas pruebas. Las nuevas manifestaciones, en todos los reinos y épocas, deben venir a la existencia lentamente y sin peligro. [i278] Las nuevas formas, si finalmente han de soportar el peso y tomar el impulso necesario que las conduzca a través de su ciclo de vida, deben ser construidas en silenciosa subjetividad, para que la construcción sea

fuerte y sólida, y el contacto interno con el creador (humano o divino) y la fiel adaptación al canon, puedan ser sustanciales e inquebrantables. Esto es verdad respecto a un universo, un reino de la naturaleza o una forma mental, creada por un pensador humano.

Todas las técnicas de construcción de formas son fundamentalmente las mismas, y las reglas y realizaciones pueden resumirse en los aforismos siguientes:

  • Que el creador se conozca como el constructor, y no como lo construido.
  • Que desista de ocuparse de la materia prima del plano físico y estudie el canon y los anteproyectos, actuando como agente de la Mente Divina.
  • Que utilice dos energías y trabaje con tres leyes. Las energías son: la energía dinámica del propósito, de acuerdo al Plan, y la energía magnética del deseo, que atrae a los constructores al centro del esfuerzo.
  • Que imperen estas tres leyes: la ley de limitación sintética, de interacción vibratoria y de precipitación activa. La primera se relaciona con la vida, la segunda con la construcción y la tercera produce la existencia manifestada.
  • Que se ocupe primero con los constructores externos, enviando su llamado a la periferia de su círculo de influencia.
  • Que ponga en movimiento las aguas de la sustancia viviente por medio de su idea e impulso, sometiendo a los constructores a su propósito y plan.
  • Que construya con juicio y destreza, conservando siempre el “sitial del director” y que no descienda para establecer íntimo contacto con su forma mental.
  • Que proyecte su forma, en tiempo y espacio, mediante la [i279] visualización, la meditación y la destreza en la acción, y produzca aquello que su voluntad ordena, su amor desea y su necesidad crea.
  • Que retire a los constructores de la forma externa, y que los constructores internos de fuerza dinámica la impulsen a la manifestación. Mediante el ojo del creador estos constructores internos son llevados a una actividad funcional y dirigida. Por la palabra del creador fueron guiados los constructores externos. Por el oído del creador, el volumen de la Palabra mayor vibra a través de las aguas del espacio.
  • Que recuerde el orden del trabajo creador. Las aguas del espacio responden a la palabra. Los constructores construyen. El ciclo de creación termina y la forma es adecuada para manifestarse. Le sigue el ciclo de actuación, y su duración depende de la potencia de los constructores internos, los cuales constituyen la forma subjetiva y transmiten la vida vitalizadora.
  • Que recuerde que el cese de la forma se produce cuando se logra el propósito, o cuando la impotencia de la voluntad produce el fracaso del funcionamiento en el ciclo de ejecución.

Los estudiantes harían bien en estudiar estos ciclos de construcción creadora, ejecución y su consiguiente desintegración. Rigen tanto para un sistema solar y un ser humano, como para las formas mentales del pensador creador. El secreto de toda belleza reside en el correcto funcionamiento de estos ciclos. El secreto de todo éxito, en el plano físico, reside en la correcta comprensión de la ley y del orden. Para el aspirante, la meta de su esfuerzo es la correcta construcción de formas en materia mental, recordando que “como el ser humano piensa, así es él”, que el control de la sustancia mental y su utilización para pensar con claridad es esencial para el progreso. [i280]

Esto se demostrará en la organización de la vida externa, en el trabajo creador de cualquier índole, ya sea al escribir un libro, pintar un cuadro, dirigir un hogar, conducir un negocio, salvar una vida o cumplir con exactitud el dharma externo, mientras que los ajustes internos prosiguen en el silencio del corazón.

Para el discípulo el trabajo se acrecienta. Debe comprender el plan y el propósito grupales y no simplemente su propio problema espiritual e individual. Debe tener conformidad con el propósito de su ciclo y período de vida inmediatos y subordinar sus ideas y su dharma personales al servicio y necesidad de ese ciclo. Debe adquirir conocimiento, fortaleza y coordinación entre el yo personal y el alma, de lo cual obtendrá la capacidad de construir formas y grupos organizados en el plano físico, y mantenerlos coherentemente unidos. Esto no lo hará mediante la fuerza de su propio carácter y equipo, sino porque estos le permiten actuar como transmisor de las energías principales mayores de la vida y servir como colaborador eficiente en un plan, del cual solo percibe un fragmento. Sin embargo, trabaja fielmente en la construcción de ese aspecto del gran plan, y el día en que esta construcción haya finalizado y perciba la totalidad, se dará cuenta de que ha construido fielmente según el diseño y de acuerdo a los anteproyectos contenidos en las mentes de los arquitectos (los Hermanos Mayores) que, a su vez, están en contacto con la Mente de la Existencia una.

La aplicación práctica de estas verdades es de suma importancia. No existe vida tan limitada ni persona que, por su situación, no pueda empezar a trabajar inteligentemente y construir formas mentales, con comprensión de acuerdo a la ley. No hay día en la vida de un individuo, especialmente si es aspirante o discípulo, que no pueda trabajar con materia mental, controlar el uso de su pensamiento, observar el efecto de sus procesos mentales sobre aquellos con quienes se pone en contacto, y [i281] manejar en tal forma su materia mental o “chitta” (como la denomina Patanjali) para que él sea cada vez más útil.