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LUZ DEL ALMA Y LUZ DEL CUERPO

[i93] En estas Reglas de la Magia, se hallan incorporadas las leyes del trabajo creador y los medios por los cuales el ser humano puede actuar como alma encarnada. No se ocupan principalmente de las reglas que rigen el desenvolvimiento humano. Mucho podrá aprenderse incidentalmente sobre esto, porque el ser humano progresa mediante la comprensión y el trabajo creador, pero no es este el objetivo principal de la enseñanza.

A través de los procesos de meditación que creciente y gradualmente se van sintetizando, llevados a cabo por el alma en su propio plano y en el del aspirante, la persona manifiesta (en el cerebro físico) un punto de luz que se ha encendido ocultamente en el plano de la mente. La luz significa siempre dos cosas, la energía y su manifestación, porque luz y materia son términos sinónimos. El pensamiento humano y la idea del alma han encontrado un punto de contacto y ha venido a la existencia el germen de una forma mental. Cuando esta forma mental se complete, incorporará esa parte del gran Plan (en el que está trabajando la Jerarquía) que el ser humano puede visualizar, captar e incluir en el plano mental. Esto, en las primeras etapas de la aspiración humana, en sus primeros pasos en el Sendero del Discipulado y en las dos primeras iniciaciones, es lo que se comprende por la palabra “Servicio”. Al principio capta a tientas la idea de la unidad de la Vida y su manifestación, como Hermandad, existente entre todas las formas de esa Vida divina. Este ideal subjetivo conduce paulatinamente a la apreciación de la forma en que esta relación esencial puede desarrollarse prácticamente. Puede observarse su expresión en los grandes esfuerzos humanitarios, en las [i94] organizaciones destinadas al alivio del sufrimiento humano y animal, y en los esfuerzos mundiales para mejorar las relaciones internas de naciones, religiones y grupos.

En la actualidad, un gran número de personas han hecho ya contacto con el Plan jerárquico, de manera que puede deducirse sin peligro, que el cerebro colectivo de la familia humana (esa entidad que llamamos el cuarto reino de la naturaleza) es sensible a la visión y ha construido su forma iluminada en el plano mental. Más adelante, los conceptos acerca del servicio y del yo, serán inadecuados y se encontrará una forma más apropiada de expresión, pero por el momento, esta es suficiente.

Esta forma mental, creada por el aspirante, es llevada a la existencia por las energías enfocadas del alma y las fuerzas reorientadas de la personalidad. Esto abarca tres etapas:

1. El período en que el aspirante lucha para lograr esa quietud interna y atención dirigida, que le permitirá oír la Voz del Silencio. Esa voz le expresará, a través de símbolos y de la interpretación correcta de las experiencias de la vida, los propósitos y planes con los cuales puede cooperar. De acuerdo a su etapa de desarrollo estos planes pueden expresar:

a. Los planes ya materializados que adquieren forma grupal en el plano físico, con los cuales podrá cooperar, sumergiendo en ellos su propio interés.
b. El plan o fracción de un plan, que es privilegio del individuo manifestar y materializar como actividad grupal en el plano físico. La función de algunos aspirantes es ayudar a esos grupos que están en actividad operante. La función de otros es iniciar esas formas de actividad que están todavía en el plano subjetivo. Solo los aspirantes libres de ambición [i95] personal podrán cooperar verdaderamente en este segundo aspecto del trabajo. Por lo tanto, “Matad la ambición”.

2. El período en el que se habitúa a oír con claridad e interpretar correctamente la voz interna del alma y a reflexionar sobre el mensaje impartido. Durante este período “la energía circula”. Se establece una constante respuesta rítmica con la energía mental del alma y, hablando figuradamente, hay un constante fluir de fuerza entre ese centro de energía que llamamos el alma en su propio plano, y ese centro de fuerza que es un ser humano. La energía fluye a través del “hilo” denominado sutratma, y establece una respuesta vibratoria entre el cerebro y el alma.

Aquí se da una interesante información, pues me propongo en estas instrucciones vincular las analogías que existen entre los diferentes aspectos de la divinidad, tal como se expresan en el ser humano o en el macrocosmos, el Humano celestial.

El antiguo yoga de la época atlante (que ha llegado hasta nosotros en la enseñanza necesariamente fragmentada del yoga de los centros) nos informa que el reflejo del sutratma, en el organismo humano, se denomina la médula espinal, expresándose en tres canales de nervios, a los que se denominan ida, pingala y, el canal central, sushuma. Cuando las fuerzas negativas y positivas del cuerpo, que se expresan por medio de los nervios ida y pingala, están equilibradas, las fuerzas pueden ascender y descender por el canal central al cerebro, y desde este, pasando sin impedimento alguno, a través de los centros de la columna vertebral. Cuando esto sucede tenemos la perfecta expresión del alma en el ser humano físico.

En realidad constituye la analogía del sutratma, cuando vincula al ser humano físico con el alma, porque el sutratma a su vez expresa la energía positiva del espíritu, la energía negativa de la materia y la equilibrada energía [i96] del alma, pues el objetivo actual de la humanidad es lograr el equilibrio. Durante el período de las iniciaciones posteriores, el empleo positivo de la energía espiritual reemplaza al empleo equilibrado de la fuerza del alma, pero de esta etapa posterior el aspirante no debe aún preocuparse. Que trate de descubrir el “noble sendero medio” entre los pares de opuestos, e incidentalmente descubrirá que las fuerzas que él usa en el plano físico, utilizarán el canal central nervioso de la columna vertebral. Esto ocurrirá cuando la transmisión de la luz y la verdad al cerebro físico, por intermedio del canal central del sutratma vinculador, llegue a ser de utilidad satisfactoria. Estos conceptos e ideas (hablando en símbolos) que vienen por el canal sutrátmico negativo, son bien intencionados, pero carecen de fuerza y quedan en la nada. Están matizados por la emoción y desprovistos de la forma organizada que la mente pura puede proporcionar. Los que llegan por el canal opuesto (hablando en sentido figurado) producen una concreción demasiado rápida y están motivados por la ambición personal de una mentalidad rectora. La mente es siempre egoísta, autoafirmativa y expresa la ambición personal, que lleva dentro de sí el germen de su propia destrucción.

Sin embargo, cuando se utiliza el sutrátmico sushuma, el canal nervioso central y su energía, el alma, como creador inteligente y magnético, transmite sus energías. Entonces los planes pueden madurar según el propósito divino y seguir con sus actividades constructivas “en la luz”. El punto de contacto egoico y lunar emite siempre un punto de luz, como ya hemos visto en las Reglas para la Magia, tiene su enfoque en un punto del sutratma que es la analogía de la luz en la cabeza del aspirante.

3. El período en que entona la Palabra Sagrada y -fusionándola con la voz del ego o alma- pone en movimiento materia mental para la construcción de su forma mental. El ser humano en el plano físico es el que entona ahora la Palabra, y lo hace en cuatro formas: [i97]

a. Se convierte en la Palabra encarnada, y trata de “ser lo que es”.
b. Entona la Palabra dentro de sí mismo tratando de hacerlo como alma. Se visualiza como el alma que exhala energía mediante esa Palabra, a través de todo el sistema que su alma anima -sus instrumentos mental, emocional, vital y físico.
c. Entona la Palabra, literalmente hablando, en el plano físico, afectando así los tres grados de materia en su medio ambiente. Durante todo ese tiempo “se ocupa de mantener la mente firme en la luz”, y sostener inamovible la conciencia en el reino del alma.
d. Además lleva adelante (y esta es la etapa más difícil) una actividad paralela, de constante visualización de la forma mental, por medio de la cual espera expresar ese aspecto del plan con el que ha hecho contacto, y tiene la esperanza de llevarlo a la actividad por medio de su propia vida y en su propio medio ambiente.

Esto solo es posible cuando se ha establecido una firme relación entre el alma y el cerebro. El proceso implica la capacidad del cerebro para registrar lo que el alma percibe, de lo cual es consciente en el reino del alma. Implica también una actividad paralela llevada a cabo en la mente, porque el aspirante tiene que interpretar la visión y utilizar la facultad concreta inteligente para la sabia adaptación del tiempo y de la forma, a la justa expresión de lo aprendido. Esto no es algo fácil de hacer, pero el aspirante debe aprender oportunamente a expresarse con plena consciencia, en diferentes maneras y en forma simultánea. Así comienza a aprender a realizar una triple actividad. Esto lo expresa El Antiguo Comentario, de la manera siguiente:

[i98] “El Orbe solar resplandece con radiante esplendor. La mente iluminada refleja la gloria solar. El orbe lunar se eleva desde el centro hasta la cima y se transforma en radiante sol de luz. Cuando estos tres soles son uno, aparece Brahma. Nace un mundo iluminado”.

Esto literalmente significa que cuando el alma (simbolizada como el Orbe solar), la mente y la luz en la cabeza, forman una unidad, el poder creador del Ángel Solar puede expresarse en los tres mundos y construir una forma por la cual su energía se manifieste activamente. El orbe lunar es una forma simbólica de expresar el plexo solar, el cual oportunamente debe realizar dos cosas:

1. Mezclar y fusionar las energías de los dos centros inferiores de fuerza.

2. Elevar estas energías fusionadas y así, mezclándose con las energías de otros centros superiores, llegar a la cabeza.

Lo antedicho encierra una enseñanza y una teoría. Y debe ser elaborado por el experimento práctico, la experiencia y la actividad consciente del aspirante.

También quisiera señalar la naturaleza del servicio que la humanidad como un todo, está prestando en el plan general de evolución. La regla en consideración no se aplica solo a la persona individual, sino a la actividad predestinada del cuarto reino de la naturaleza. Por medio de la meditación, la disciplina y el servicio, el ser humano se convierte en una luz radiante -que ilumina los tres mundos- ese punto de luz parpadeante que vino al ser en el momento de su individualización en épocas pasadas. Tiene su reflejo en la luz de la cabeza. Así se establece esa relación que permite, no solo la sincronización vibratoria, sino también la irradiación y el despliegue de fuerza magnética, y también su reconocimiento en los tres mundos del medio ambiente inmediato del ser humano.

 Lo mismo sucede con el reino humano. A medida que acrecienta su iluminación, y su luz se hace más potente, su efecto en los [i99] reinos subhumanos es análogo al del alma individual -su reflejo- en el ser humano en encarnación física. Digo que es análogo a una fuerza causativa, aunque no una analogía en sus efectos. Observen esta diferencia. La humanidad es macrocósmica en relación con los estados subhumanos de consciencia, y esto lo ha señalado muy bien H.P.B. El efecto producido sobre estos estados inferiores y materiales, es principalmente cuádruple.

1. La estimulación del aspecto espiritual que se expresa como alma en todas las formas, tales como la de un mineral, una flor o un animal. El aspecto positivo de la energía en todas estas formas se hará más fuerte, produciendo por ejemplo, acrecentada irradiación en el reino mineral. He aquí un indicio de la naturaleza del proceso que pondrá término a nuestra propia existencia planetaria y, finalmente, a nuestro sistema solar. En el reino vegetal traerá una acrecentada belleza y diversidad, y la evolución de nuevas especies con una finalidad inexplicable para quienes aún no son iniciados. Uno de los resultados será la producción de formas nutritivas que servirán a las necesidades de los ángeles y devas menores.

En el reino animal su efecto será la eliminación del dolor y el sufrimiento, y un retorno a las condiciones ideales del Jardín del Edén. Cuando el ser humano actúa como alma, cura, estimula y vitaliza; transmite las fuerzas espirituales del universo, y todas las emanaciones nocivas y las fuerzas destructoras encuentran una barrera en el reino humano. El mal y sus efectos dependen mayormente de la humanidad como canal activo. La función de la humanidad consiste en transmitir y manejar fuerza. Esto, en las etapas primitivas e ignorantes, se efectúa en forma destructiva y con resultados perjudiciales. Después, cuando actúa bajo la influencia del alma, la fuerza es manejada correcta e inteligentemente con resultados benéficos. Es muy cierto que: “Toda la creación gime a una, y está en dolores de parto hasta ahora, aguardando la manifestación de los hijos de Dios”. [i100]

2. La introducción de la luz. La humanidad es el portador planetario de luz, transmitiendo la luz del conocimiento, de la sabiduría y de la comprensión, en sentido esotérico. Estos tres aspectos de la luz llevan los tres aspectos de la energía del alma, al alma de todas las formas, mediante el ánima mundi, el alma del mundo. Físicamente hablando, podemos comprenderlo si apreciamos la diferencia entre nuestra iluminación planetaria actual y la de hace quinientos años -nuestras ciudades y nuestros distritos rurales intensamente iluminados que brillan en la noche con sus calles y hogares alumbrados; los aeródromos con sus reflectores y relucientes luces; los océanos salpicados de barcos iluminados, y los aviones resplandecientes de luz atravesando los cielos.

Esto es solo el resultado de la creciente iluminación del ser humano. Su conocimiento de la luz lo ha traído a la existencia. ¿Quién puede predecir qué acontecerá cuando predomine el aspecto sabiduría? Cuando el conocimiento y la sabiduría estén fusionados por la comprensión, el alma controlará los tres mundos y todos los reinos de la naturaleza.

3. La transmisión de la energía. La clave de la significación de esto puede ser captada como un concepto, aunque todavía no será comprendida si se reconoce que el reino humano actúa sobre los tres reinos subhumanos y los afecta. El triángulo espiritual descendente y el triángulo material ascendente unen sus vórtices en la humanidad cuando ha encontrado el punto de equilibrio. En la realización y espiritualización del ser humano reside la esperanza del mundo. El género humano es el Salvador mundial, del cual todos los Salvadores mundiales han sido símbolo y garantía.

4. La unión de la evolución dévica o angélica con la humana. Este es un misterio que se solucionará a medida que el ser humano adquiera la consciencia de su propio Ángel Solar, solo para descubrir que ella no es más que otra forma de vida que, [i101] habiendo servido su propósito, debe ser dejada atrás. La evolución angélica o dévica, es una de las grandes líneas de fuerza contenidas en la expresión divina y en los Ángeles Solares; los Agnishvattas de La Doctrina Secreta y de Tratado sobre Fuego Cósmico - en su aspecto forma - pertenecen a esa línea.

Así sirve la humanidad, y en el desarrollo de una aptitud consciente de servicio, en el acrecentamiento de una comprensión consciente de la parte individual que debe desempeñar en el desarrollo del plan y en el sometimiento de la personalidad al alma, se logrará el constante progreso de la humanidad hacia su meta de servicio mundial.

¿Podría decir algo aquí para que esta consumación llegue a ser una meta práctica en sus vidas? Las condiciones magnéticas perjudiciales, resultado del incorrecto manejo de la fuerza por el ser humano, son las causas del mal que existe en el mundo circundante, incluyendo los tres reinos subhumanos. ¿Cómo podríamos cambiar esto individualmente? Por el desarrollo de nuestra propia Inofensividad. Por lo tanto, analícense a sí mismos desde este ángulo. Estudien su conducta diaria, sus palabras y pensamientos, hasta lograr ser completamente inofensivos. Oblíguense a pensar sobre esas ideas, respecto a ustedes y los demás, para que sean constructivas y positivas, y por lo tanto, de efectos inofensivos. Examinen el efecto emocional que ustedes producen sobre otros, de manera que ningún estado de ánimo, depresión ni reacción emocional, puedan dañar al semejante. Recuerden en conexión con esto que la violenta aspiración espiritual y el entusiasmo mal aplicado o mal orientado, pueden fácilmente herir a un semejante; por lo tanto cuiden sus tendencias erróneas y no solo sus virtudes.

Si la inofensividad es la nota clave de su vida, podrán producir más condiciones armónicas en la personalidad, que cualquier disciplina en otras líneas. La depuración drástica obtenida al alcanzar la inofensividad ayudará mucho a eliminar [i102] estados erróneos de consciencia. Reflexionen sobre esto e introduzcan dicha idea en la recapitulación vespertina.

Quisiera urgir a quienes leen estas páginas a hacer un nuevo comienzo en el vivir espiritual. Les diría, olviden todo lo realizado en el pasado, tengan fervor y concéntrense en el Plan.

Ya habrán hecho algún progreso en la comprensión grupal, y se interesarán menos por el yo separado. Sin duda adquirieron más fe en la Buena Ley que guía a toda la creación hacia la perfección final que ya habrán visualizado y, por medio de esta visión, pudieron apartar los ojos de los asuntos de la experiencia individual, dirigiéndolos al desarrollo del propósito para la totalidad. Tal es el objetivo y la meta. Amplitud de visión, comprensión incluyente y un horizonte más amplio, son los preliminares esenciales de todo trabajo que está bajo la guía de la Jerarquía de adeptos; la estabilización de la consciencia en la vida una y el reconocimiento de la unidad básica de toda la creación, tendrán que desarrollarse parcialmente antes de poder confiar a nadie ciertos conocimientos y Palabras de Poder, y el manejo de esas fuerzas que traen la realidad subjetiva a la manifestación externa.

En esta oportunidad les digo que yo - discípulo de más edad y quizás con mayor experiencia y trabajador en la gran viña del Señor - practico la inofensividad con celo y comprensión, porque (si realmente es practicada) destruye toda limitación. La ofensividad está basada en el egoísmo y en una actitud egocéntrica. Es la demostración de fuerzas concentradas en la autoimposición, el autoengrandecimiento y la autosatisfacción. Inofensividad es la expresión de la vida del ser humano que se da cuenta que está en todas partes y vive conscientemente como alma, cuya naturaleza es amor y cuyo método es inclusividad, para quien todas las formas son iguales en el sentido de que velan y ocultan la luz y las simples exteriorizaciones del [i103] único Ser Infinito. Quisiera recordarles que este logro se demostrará verdaderamente como comprensión de la necesidad del hermano, sin ningún sentimiento y conveniencia. Conducirá a ese silencio que se produce al referirse al yo separado. Producirá respuesta instantánea a la verdadera necesidad, característica de los Grandes Seres, que (al ir más allá de la apariencia externa) perciben la causa interna que produce las condiciones observadas en la vida externa y, desde ese punto de sabiduría, puede darse verdadera ayuda y guía. La inofensividad produce, en la vida, cautela en el juicio, reticencia al hablar, habilidad para abstenerse de toda acción impulsiva, y demuestra poseer un espíritu exento de crítica. De esta manera las fuerzas del verdadero amor y también esas energías espirituales que parecen vitalizar la personalidad, pasarán libremente y en consecuencia conducirán a la correcta acción.

Que la inofensividad sea, por lo tanto, la nota clave de su vida. En estas líneas debe efectuarse la recapitulación vespertina, clasificar el trabajo de recapitulación en tres partes, considerando:

1. El pensar inofensivo. Dará por resultado especialmente el control de la palabra.

2. La reacción emocional inofensiva. Traerá como resultado un canal para el aspecto amor del alma.

3. La acción inofensiva. Producirá equilibrio, capacidad en la acción y liberación de la voluntad creadora.

Estos tres acercamientos al tema deben ser estudiados a través del efecto que producen sobre nuestro propio yo y desarrollo, y en aquellos con quienes nos ponemos en contacto y los asociados en nuestro medio ambiente.

Quisiera intercalar aquí la observación de que hago sugerencias basadas en las experiencias del trabajo esotérico. No es obligatorio obedecer. Tratamos de entrenar a servidores inteligentes de la raza, que se desarrollan mediante el esfuerzo [i104] autoiniciado, la libertad de acción y el discernimiento en el método, y no por ciega obediencia, pasividad negativa y adhesión incondicional. Recuérdenlo. Si alguna vez el mandato surgido del grupo subjetivo de instructores -del cual soy un humilde miembro- imparte una orden, que sea para seguir los dictados de la propia alma y las inspiraciones del yo superior

Antes de analizar esta regla y la anterior, pues las Reglas Dos y Tres son mitades de un entero, quisiera recordarles que en esta serie de meditaciones sobre fórmulas antiguas, nos ocuparemos del trabajo mágico del aspirante como colaborador en las empresas de la Gran Logia Blanca. Me referiré a los métodos de magia blanca. También les recordaré que el trabajo mágico de nuestra Jerarquía planetaria consiste en cuidar la psique en el mundo de las formas, para que la flor del alma, a medida que se vaya abriendo, pueda ser nutrida y preservada en tal forma, que la gloria radiante, la fuerza magnética y, finalmente, la energía espiritual, puedan expresarse mediante la forma. Así se podrá percibir el poder de los tres Rayos de Manifestación divina.

Primer Rayo..................... Energía Espiritual
Segundo Rayo.................. Fuerza Magnética
Tercer Rayo...................... Gloria Radiante

Estos rayos tienen también sus reflejos microcósmicos en el aura del humano perfecto.

Primer Rayo..... Monádico........ Energía Espiritual... Centro Coronario
Segundo Rayo.. Egoico...........  Fuerza Magnética... Centro Cardíaco
Tercer Rayo...... Personalidad... Gloria Radiante....... Plexo Solar

Quizá se pregunten, ¿por qué no menciono el centro laríngeo? Porque los centros abajo del diafragma simbolizan principalmente el yo inferior personal, y su centro sintetizador, el plexo solar, expresa la fuerza magnética del aspecto materia en el ser humano. A medida que la personalidad vibra para el alma, el centro laríngeo es impelido [i105] a una creciente actividad creadora.

Consideraremos ahora las palabras finales de la regla anterior: “La luz inferior es proyectada hacia arriba; la luz superior ilumina a los tres, y el trabajo de los cuatro prosigue”.

¿Qué sucede con esta luz inferior? El estudiante debería recordar que para los actuales propósitos debe considerar tres cuerpos de luz:

1. El cuerpo radiante del alma, en su propio plano, denominado frecuentemente Karana Sarira o cuerpo causal.
2. El cuerpo vital o etérico, el vehículo de prana, el cuerpo de luz dorada o, mejor dicho, el vehículo de color flamígero.
3. El cuerpo de “luz oscura”, modo esotérico de referirse a la luz oculta del cuerpo físico y a la luz latente en el átomo mismo.

El Antiguo Comentario se refiere a estos tres tipos de energía con los términos simbólicos siguientes:

Cuando la radiante luz del Ángel Solar se fusiona con la luz dorada del intermediario cósmico, despierta de la oscuridad a la ínfima llama de anu, la partícula”.

“El intermediario cósmico” es el término aplicado al cuerpo etérico, parte integrante del éter universal. A través del cuerpo etérico fluyen todas las energías, ya emanen del alma, del sol o de un planeta. Por estas líneas vivientes de esencia ígnea pasan todos los contactos que no emanan específicamente del mundo tangible.

La luz oscura de los diminutos átomos de que está construido el vehículo físico, responde al estímulo que desde el alma desciende a su vehículo y, cuando el ser humano está bajo el control del alma, resplandece la luz en todo el cuerpo. Esta [i106] se manifiesta como la irradiación que emana de los cuerpos de los adeptos y santos, produciendo el efecto de una luz brillante y reluciente.

Cuando la luz radiante del alma se fusiona con la luz magnética del cuerpo vital, estimula los átomos del cuerpo físico a tal extremo, que cada uno de ellos, a su vez, se convierte en un pequeño centro radiante. Esto es solo posible cuando los centros coronario, cardíaco, plexo solar y el de la base de la columna vertebral, están conectados en forma peculiar, siendo ello uno de los secretos de la primera iniciación. Cuando los cuatro colaboran estrechamente, la “base del triángulo”, según se la denomina simbólicamente, está preparada para el trabajo mágico. En otras palabras, se los puede enumerar de la manera siguiente:

a. La forma física material, con su centro en la base de la columna vertebral.
b. El cuerpo vital, actuando por medio del centro cardíaco, donde radica el principio vida. Las actividades del cuerpo, debido a este estímulo, se realizan por medio de la circulación de la sangre.
c. El cuerpo emocional, actuando mediante el centro plexo solar.
d. El centro coronario, agente directo del alma, y su intérprete, la mente. Los cuatro se hallan en completo acuerdo y alineamiento.

Cuando tal es el caso, es posible el trabajo de iniciación y sus períodos de discipulado activo. El trabajo no puede proseguir hasta lograrse esto, lo cual está previsto en el aspirante al efectuarse el acontecimiento simbólico de la luz en la cabeza, precursor de un estado posterior de la iniciación.

En esta etapa, la luz del alma penetra en la región de la glándula pineal, irradiando allí los éteres en la cabeza, los aires vitales, lo cual estimula los átomos del cerebro, de manera que su luz [i107] se fusiona y mezcla con las otras dos, la etérica y la del alma; entonces se produce ese radiante sol interno del cual el aspirante es consciente en su cerebro físico. Frecuentemente los estudiantes hablan de una luz difusa o resplandor, luz de los átomos del plano físico de los cuales está compuesto el cerebro; posteriormente quizá digan que han visto en la cabeza algo parecido a un sol, lo cual significa hacer contacto con la luz etérica y la luz física atómica. Luego, perciben una luz eléctrica intensamente brillante; es la luz del alma, unida a la etérica y a la atómica. Cuando llegan a ver esto, son a menudo conscientes de un centro oscuro dentro del sol radiante. Esta es la entrada en el sendero, revelada por “la luz enfocada en la puerta”.

Los estudiantes deben recordar que puede alcanzarse una elevada etapa de consciencia espiritual sin haber visto esta irradiación del cerebro. Ello corresponde a la categoría de los fenómenos, y en gran parte lo determina la calidad del cuerpo físico, el karma pasado, lo que se ha realizado y la capacidad del aspirante para hacer descender el “poder de lo alto” y mantener esa energía firmemente en el centro cerebral, mientras que en su meditación se separa del aspecto forma, y puede contemplarla serenamente.

Logrado esto (que no es un objetivo a alcanzarse, sino simplemente la indicación de que debe ser registrado en la conciencia y luego olvidado), el consiguiente estímulo produce una reacción en el cuerpo físico. El poder magnético de la luz en la cabeza y la fuerza radiante del alma producen estimulación. Los centros comienzan a vibrar, y su vibración despierta los átomos del cuerpo material, hasta que, finalmente, los poderes del cuerpo etérico vibrante han impelido al centro más bajo a alinearse con el más elevado. Así los fuegos del cuerpo (suma total de la energía de átomos) son arrastrados a una acrecentada actividad, hasta el momento [i108] de producirse un ascenso en la columna vertebral de esa energía ígnea. Se origina por el control magnético del alma, situada “en el trono entre las cejas”.

Aquí interviene el trabajo de uno de los métodos de yoga, la abstracción o retraimiento. Cuando las tres luces se mezclan, los centros se activan y los átomos vibran, el ser humano puede centrar a voluntad los tres en la cabeza. Entonces, mediante un acto de la voluntad y el conocimiento de ciertas palabras de Poder, podrá entrar en samadhi y retirarse de su cuerpo, llevando consigo la luz. La luz mayor (las tres fusionadas y mezcladas) ilumina así los tres mundos del esfuerzo humano, y “la luz es proyectada hacia arriba” e ilumina todas las esferas de la experiencia consciente e inconsciente del ser humano. Sobre esto se habla en los escritos ocultos de los Maestros:

“Entonces el Toro de Dios lleva la luz en la frente y su ojo transmite la irradiación; la fuerza magnética de su cabeza se asemeja al sol radiante, y del loto de la cabeza sale el sendero de luz. Penetra en el Ser mayor, produciendo un fuego viviente. El Toro de Dios percibe al Ángel Solar, y sabe que ese Ángel es la luz en la cual camina”.

Luego prosigue el trabajo de los cuatro. Los cuatro se unifican. El Ángel Solar se identifica con su instrumento; la vida de los vehículos se subordina a la de la divinidad interna; la luz de los vehículos se fusiona con la luz del alma. La cabeza, el corazón y la base de la columna vertebral se alinean geométricamente, entonces son posibles ciertos desarrollos.

En estas dos Reglas se han sentado las bases del trabajo mágico del alma. Para mayor claridad enumeremos los pasos delineados:

1. El Ángel Solar comienza el trabajo de iniciar a la Personalidad. [i109]
2. Retira sus fuerzas de las empresas del alma en el reino espiritual, y centra su atención en el trabajo que debe realizarse.

3. Entra en profunda meditación.
4. Establece relación magnética con el instrumento en los tres mundos.
5. El instrumento, el ser humano, responde, y también entra en meditación.
6. El trabajo prosigue en etapas ordenadas y en una actividad cíclica.
7. La luz del alma es proyectada hacia abajo.
8. La luz del cuerpo vital y de la forma física se sincroniza con la de la cabeza.
9. Los centros entran en actividad.
10. La luz del alma y los otros dos aspectos de la luz son tan intensos ahora que toda la vida de los tres mundos se ilumina.
11. El alineamiento tiene lugar y es posible el trabajo del discipulado y de la iniciación, prosiguiendo de acuerdo con la Ley del Ser.