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1. Los Rayos y la Vida-Cualidad-Apariencia


Llegamos ahora a la consideración de los rayos, que nos introduce inmediatamente en el reino de la psicología y de las distintas influencias psicológicas. Al considerar la segunda manifestación de rayo, el aspecto Cualidad, trataremos esos factores predeterminantes que producen infinidad de diferenciaciones en el mundo fenoménico. La cualidad, el color y la naturaleza de la energía viviente (inadecuada definición de la palabra “vida”) fijan o determinan el aspecto que adquieren y la característica que expresan todas las formas en los cuatro reinos de la naturaleza; las emanaciones de la forma individual, debido a la influencia modificadora que establece el contacto de la viviente cualidad con la sustancia afectada y con el reino que es el foco de atención donde se produce, es, en consecuencia, la apariencia característica, la actividad especializada y la [i158] emanación intrínseca de cada forma en cualquier reino. En mis libros anteriores, dividí los rayos en dos grupos:

1er. Grupo: Rayos de Aspecto, los tres rayos mayores.
2º. Grupo: Rayos de Atributo, los cuatro rayos menores.

Los tres rayos mayores, que constituyen la suma total de la divina manifestación, son rayos de aspecto, por dos razones:

Primero, son, en su totalidad, la Deidad manifestada, el Verbo en encarnación. Expresan el propósito creador y la síntesis de la vida, la cualidad y la apariencia.

Segundo, están activos en todas las formas de todos los reinos y determinan las amplias y generales características que rigen la energía, la cualidad y el reino implicado; a través de ellos las formas diferenciadas vienen a la existencia, las vidas especializadas se expresan y la diversidad de agentes divinos cumplen su destino en el plano de la existencia designado.

Los agentes creadores de Dios hacen sentir poderosamente su presencia sobre estas tres corrientes de vida y fuerza cualificadas, y mediante su actividad dotan a todas las formas con ese atributo evolutivo interno que, oportunamente, los impulsará a ponerse de acuerdo con el propósito divino, e inevitablemente producirá ese tipo de conciencia que capacitará al ente fenoménico para que reaccione al medio ambiente y cumpla así su destino como parte integrante del todo. Así se hace posible la cualidad intrínseca y el tipo específico de radiación. La interacción de estos tres rayos determina la apariencia fenoménica externa, atrae la unidad de vida a uno de los reinos de la naturaleza y a una de las infinitas divisiones dentro de ese reino; el proceso de seleccionar y discernir se repite hasta obtener la gran variedad de ramificaciones en los cuatro reinos, las divisiones, los grupos dentro de una división, las familias y demás ramificaciones. Así el proceso creador se presenta ante nuestra incipiente conciencia en su admirable belleza, secuencia y desenvolvimiento, [i159] y nos deja atónitos y maravillados la facilidad con que crea el Gran Arquitecto del Universo.

Observando simbólicamente toda esta belleza y simplificando el concepto (tarea que realiza el que trabaja con símbolos) podríamos decir que el primer Rayo personifica la idea dinámica de Dios, y con ella el Altísimo inicia el trabajo de la creación.

Al segundo rayo le corresponde establecer las primeras formulaciones del Plan sobre el cual debe construirse la forma, materializarse la idea (por intermedio de los agentes de esta segunda gran emanación) y reproducirse los anteproyectos con exactitud matemática, unidad estructural y perfección geométrica. El Gran Geómetra se coloca así a la vanguardia y posibilita el trabajo de los Constructores. El Templo se construirá sobre figura y forma y correlación de guarismos y abarcará y expresará la Gloria del Señor. El segundo rayo es el del Maestro Constructor.

El tercer Rayo constituye el conjunto de fuerzas constructoras en actividad, y el gran Arquitecto con Sus Constructores organiza el material, inicia el trabajo de construcción y oportunamente (a medida que continúa el ciclo evolutivo) materializa la idea y el propósito de Dios, el Padre, guiado por Dios, el Hijo. Sin embargo, estos tres son una unidad como lo es un ser humano que concibe una idea, emplea su mente y cerebro para expresar su idea y utiliza sus manos y sus fuerzas naturales para perfeccionar su concepto. La división de los aspectos y las fuerzas es irreal, excepto para una comprensión inteligente.

Los que lean este tratado y deseen realmente aprovechar esta enseñanza deben entrenarse para pensar siempre en términos de la totalidad. Las clasificaciones arbitrarias, las divisiones por triplicidades y septenarios -y la diversificada enumeración de las fuerzas [i160] que emanan de las siete constelaciones, los diez planetas y las doce mansiones del zodíaco-, tienen sólo por objeto dar al estudiante la idea de un mundo de energías en el cual debe desempeñar su parte. Desde el punto de vista de la psicología esotérica debe observarse que todas las escuelas de psicología se equivocan en el manejo del ente humano, precisamente por esta razón; no juzgan a un ser humano como un todo sintético y -debido a la falta de conocimiento y también a la carencia de la facultad intuitiva- el psicólogo común raras veces entra en el reino de la verdadera cualidad y de los aspectos de la vida, y el ser humano sometido a un análisis es considerado más o menos objetivamente, porque raras veces se encaran las verdaderas fuentes de su naturaleza fenoménica. Los aspectos determinantes del rayo de la personalidad, que constituyen la suma total de sus cualidades físicas, emocionales y mentales, están en proceso de ser clasificados e investigados y ya se ha realizado algo de valor. Las reacciones físicas, los hábitos emocionales y los procesos mentales -normales y anormales- del ser humano, se comprenden hoy mucho mejor que hace veinticinco años. Sin embargo, hasta que no exista un conocimiento más adecuado de las cualidades de los rayos, y hasta que no se determine el rayo del alma de un ser humano y se conozca y diagrame el efecto de ese rayo sobre el rayo de la personalidad, la verdadera naturaleza de su temperamento y la real causa subjetiva de sus diversas reacciones, de sus complejos e inhibiciones, continuarán siendo un problema muy difícil de manejar. Por ejemplo, cuando los psicólogos comprendan que la actividad que despliegan la cualidad y la energía del alma determinen si un ser humano actuará en una vida como introvertido o extrovertido, entonces tratarán de obtener ese equilibrio de las fuerzas de rayo que permitirá al ser humano expresarse en tal forma, que deje abierto el sendero hacia el mundo externo y elimine los obstáculos del sendero hacia al mundo interno.

¿Cuál es la verdadera naturaleza del místico o introvertido? Es [i161] una persona cuya fuerza del alma, rayo o cualidad, es demasiado fuerte para que la maneje la personalidad. El ser humano descubre que el sendero a los mundos internos de deseo-emoción y de mente y visión espiritual, son para él la línea de menor resistencia y, en consecuencia, sufre la integración y expresión en el plano físico. El “tirón” del alma contrarresta el tirón externo, y el ser humano se convierte en un místico visionario. Aquí no me refiero al místico práctico que está en camino de ser un ocultista blanco. Lo contrario podría ser verdad, entonces tendremos al extrovertido puro. El rayo de la personalidad se enfoca en el plano físico y la atracción interna del alma se contrarresta momentáneamente y a veces durante varias vidas. Cuando esta condición externa y “tirón” es muy fuerte y cuando todas las cualidades de rayo de la personalidad se enfocan en un punto, tendremos un despliegue de exhibicionismo, según se lo denomina, o una personalidad constructiva de elevado grado que expresa el genio y las posibilidades creadoras de una expresión física, emocional y mental coordinada, coordinación que se manifestará externamente en el mundo del quehacer y no internamente en el mundo del ser o del alma. Ambas condiciones indican el “genio hacia la perfección”. Cuando el equipo es mediocre tenemos un complejo reprimido o frustrado, y un fuerte sentido de inferioridad que puede derivar en un exhibicionismo anormal. Cuando el equipo es refinado y entrenado, tendremos un magnífico trabajador en los distintos campos del esfuerzo humano. Cuando, como ocurre ocasionalmente, se agrega a lo anterior una tendencia a la introversión, con su consiguiente conocimiento del alma y desarrollo de la intuición, entonces tendremos un conductor de seres humanos, un instructor proveniente de los dioses y una potencia espiritual. De allí que sería de valor si los psicólogos en estos tiempos modernos se interesaran (por lo menos temporariamente) en las hipótesis enunciadas por la escuela de psicología esotérica. Con ello saldrían ganando y, en último caso, nada perderían.

[i162] Los cuatro rayos de atributo que tienen su síntesis en el tercer rayo de aspecto hacen resaltar más sus variadas cualidades que los tres rayos de aspecto. Generalizando podría decirse que a medida que nos esforzamos en dilucidar el problema, los tres rayos de aspectos hallan su principal expresión, en relación con el género humano, por intermedio de los tres vehículos periódicos:

1er Rayo ....

Poder .......................

Vida..................

Idea ............

Mónada

2º Rayo ......

Amor-Sabiduría ......

Consciencia ...

Ideales .......

Alma

3er Rayo ....

Inteligencia activa ...

Apariencia ....

Ídolos .........

Personalidad

Hallan su expresión secundaria en los tres cuerpos que forman la personalidad del ser humano.

1er Rayo ....

Poder .......................

Ideas ..........

Cuerpo mental ....

Propósito. Vida.

2º Rayo ......

Amor .......................

Ideales .......

Cuerpo astral ......

Cualidad.

3er Rayo ....

Inteligencia .............

Ídolos .........

Cuerpo físico ......

Forma.

Los rayos de atributo aunque se expresan por igual en todos los planos, a través de los vehículos periódicos y los tres aspectos de la personalidad, lo hacen principalmente en uno de los cuatro reinos de la naturaleza:

4º Rayo ......

Armonía, Conflicto ..............

4º Reino .............

Humano. Equilibrio.

5º Rayo ......

Conocimiento Concreto ......

3er Reino ..........

Animal.

6º Rayo ......

Devoción .............................

2º Reino .............

Vegetal.

7º Rayo ......

Rito Ceremonial ...................

1er Reino ..........

Mineral.

Éstos son sus principales campos de influencia en los tres mundos, y más adelante ampliaremos el tema.

En lo que al género humano respecta, estos cuatro rayos de atributo se expresan ampliamente en conexión con los cuatro aspectos de la personalidad o cuaternario, y son:

4º Rayo ......

Armonía a través del conflicto ....

Cuerpo físico.

5º Rayo ......

Conocimiento concreto ...............

Cuerpo etérico.

6º Rayo ......

Devoción .......................................

Cuerpo astral.

7º Rayo ......

Organización .................................

uerpo mental.

[i163] Recuerden que la interrelación e interacción son sintéticos en todos los planos: en los niveles amorfos y también en los planos de la forma, y en conexión con esto en todos los estados de conciencia y por todo el universo creado.

LOS SIETE RAYOS

Se afirma que existen siete grandes rayos en el cosmos. En nuestro sistema solar sólo uno de estos grandes rayos está en actividad. Las siete subdivisiones constituyen los “siete rayos” que manejados por nuestro Logos solar, forman la base de infinitas variaciones en su sistema de mundos. Estos siete rayos pueden describirse como los siete canales a través de los cuales fluye todo lo que existe en Su sistema solar, las siete características predominantes, o modificaciones de la vida, que no sólo se aplican a la humanidad sino también a los siete reinos. En realidad no existe nada en el sistema solar, cualquiera sea su grado de evolución, que no pertenezca ni haya pertenecido a uno de los siete rayos.

La siguiente clasificación dará una explicación de las distintas características de los siete rayos:

Característica

Métodos de Desarrollo

Planeta

Color

Voluntad o Poder Raja Yoga. Urano (Representa al Sol)
 
Llama.

Sabiduría. Equilibrio Intuición Raja Yoga. Mercurio

Amarillo. Rosado.
 

Mente Superior Exactitud de pensamiento. Matemática Superior. Filosofía.
 
Venus

Índigo.
Azul.
Bronce. [i164]

Conflicto.
Nacimiento de Horus
Intensa Lucha. Hatha Yoga, el método más peligroso para el desarrollo psíquico.
 
Saturno Verde.

Mente Inferior Acción exacta. Ciencia práctica.
 
La Luna Violeta.

Devoción Bhakti Yoga. Necesidad de un objeto.
 
Marte Rosado. Azul.

Orden ceremonial Cumplir el ceremonial. Control de las fuerzas de la Naturaleza.
 
Júpiter Brillante Claro. Azul.

Resultará evidente que cada uno de los reinos -elemental, mineral, vegetal, animal y también el humano- se dividen en siete tipos primarios o rayos, debido a que la individualización (por ejemplo, la transición del reino animal al reino humano) sólo puede tener lugar en la actualidad mediante la asociación con el ser humano, de lo cual se deduce que al frente del reino animal debe haber, en cada uno de los rayos, alguna de las especies de animales susceptibles a la influencia humana, a través de las cuales puede tener lugar dicha individualización. Se dice que el elefante encabeza el tipo de animal de segundo rayo, mientras que el gato y el perro ocupan una posición similar en el cuarto y sexto rayos respectivamente. No tenemos información sobre los demás, excepto que en la tierra ya no existen animales de primer rayo.

Además de considerar los rayos como canales a través de los cuales fluye todo lo que existe, debemos reconocerlos como influencias que actúan a su vez en el mundo. Cada rayo posee un período de máxima [i165] influencia a la cual todo está sujeto en gran medida, no sólo los que pertenezcan por naturaleza a ese rayo particular, sino los que pertenecen a otros rayos. El extenso período de influencia de cada rayo se divide en siete etapas, cada una de las cuales está cualificada por la influencia del período más extenso de rayo, el cual se intensifica cuando alcanza el máximo período de su propio subrayo (por ejemplo, la influencia del sexto rayo es mayor durante el período del sexto subrayo). Debemos observar que el término “sub-rayo” se emplea simplemente por conveniencia, a fin de designar un período más breve de influencia y no para señalar cualquier diferencia en la naturaleza del rayo.

Se dice que en la actualidad está saliendo de la manifestación el sexto, el Rayo predominante, de la Devoción, activo desde antes de la era cristiana y que el séptimo subrayo también se convirtió en una influencia modificadora hace más o menos setenta y cinco años (1860) y continuará ejerciendo influencia. El primer resultado de su influencia fue el Concilio Ecuménico en Roma (1870) con la declaración de la Infalibilidad del Papa. El Movimiento Tractariano empezó en Inglaterra en la misma época, mientras que el progreso de la influencia del séptimo subrayo, que aún continúa, caracterizado por el constante incremento del ritualismo y sacerdotismo en las distintas iglesias, incluso en la iglesia de Roma, ha habido una notable restricción de la autoridad clerical en materia de dogma y práctica. Nada más diré sobre su influencia en el pensamiento religioso, más adelante consideraré sus otros aspectos.

También se nos ha dicho que el renacimiento religioso bajo el régimen de Wesley y Whitfield en Inglaterra estaba regido por el sexto subrayo, y creo que se justifica la suposición de que el surgimiento de Molinos y los Quietistas en España y Europa Central, y el Santo Martín y su grupo de filósofos espirituales en Francia y en otras partes, indican el [i166] progreso del mismo período, durante el cual el Rayo de Devoción se acentué debido a su propio sexto subrayo.

Con estos pocos hechos aislados quizás podamos llegar a la conclusión de que la época en que cada subrayo ejerce su influencia modificadora tiene una duración de ciento cincuenta a doscientos años.

No sabemos cuántas veces (tal vez siete) se repiten sucesivamente los sub-rayos en el ciclo del rayo mayor. Lógicamente debe ser más de una vez, teniendo en cuenta que el gran sexto rayo ya estaba activo antes de surgir el cristianismo. También es evidente que el budismo no pudo haber sido, como se creía, el resultado final del gran período del segundo rayo, porque el intervalo entre la aparición del budismo y del cristianismo duró solo quinientos años. Probablemente el budismo apareció bajo la influencia del segundo subrayo del gran período del sexto rayo. Al tratar de investigar retrospectivamente cuál fue la influencia del último resultado de los sub-rayos 5, 4, 3, 2 y 1, se sugiere que el período de Alquimistas y Rosacruces pudo haber sido regido por el quinto subrayo; la época del flagelador y otros acérrimos fanáticos que practicaban la auto-tortura y las mutilaciones, influencia ejercida por el cuarto subrayo, como también la época en que la astrología se practicaba ampliamente representando al tercer subrayo, mientras que la época anterior de los gnósticos pudo haber sido el resultado del segundo subrayo. Éstas sólo son conjeturas y aunque la última época mencionada pudo ser posible no hay correspondencia cronológica en los casos anteriores, porque los Alquimistas, Flagelantes y Astrólogos, eran más o menos contemporáneos en la Edad Media.

El surgimiento del espiritismo moderno se debe sin duda a la influencia del séptimo subrayo, y puede ser también una previa influencia del gran séptimo rayo venidero. Es interesante observar que este movimiento fue iniciado por una sociedad secreta que [i167] existió en el mundo desde el último período en que predominaba el séptimo rayo en la era Atlante.

Toda gran religión que surge está bajo la influencia de uno de los rayos, pero no significa necesariamente que cada sucesivo rayo traerá como resultado una religión de gran alcance. Se dice que el brahamanismo es la última gran religión que surgió por influencia del primer rayo; se ignora cuál pudo haber sido la religión resultante del último período de segundo rayo, pero las religiones de Caldea, de Egipto y de Zoroastro puede decirse que representan el tercero, cuarto y quinto rayos respectivamente. El cristianismo y probablemente el budismo fueron el resultado de la influencia del sexto rayo. El mahometismo, que cuenta con un número muy grande de adherentes, está influido por el sexto rayo, pero no es una gran religión raíz, sino un vástago híbrido del cristianismo, con un matiz judaico.

Algunos dicen que los rayos se dividen en tres tipos; el primero y el segundo por sí solos, y los cinco restantes como un grupo. Desde este ángulo se los considera como tres rayos, y tipifican las diversas Trinidades. Otro sugestivo fragmento simbólico describe a los tres rayos como que utilizan respectivamente tres tipos de fuego para encender el sacrificio del altar, el eléctrico, el solar y el artificial o fuego por fricción.

Antes de entrar a considerar las virtudes, los vicios y las características especiales humanas que diferencian a un individuo que pertenece a un rayo, de otro individuo que pertenece a otro rayo, será conveniente referirnos al origen de las dos influencias de rayo que constituyen el factor dominante y modificador del carácter de todo ser humano, como también a la influencia planetaria o rayo de la personalidad, que igualmente modifica estas dos grandes influencias durante determinada vida.

[i168] Vimos que los siete rayos son siete diferenciaciones de un gran rayo cósmico, efectuadas dentro del Ser mismo de nuestro Logos solar, antes de que Él iniciara Su creación. Sabemos ahora que la divina chispa, el divino centro de conciencia en cada uno de nosotros, procede del principio más elevado de nuestro Logos y contiene, por lo tanto, la potencialidad de todos los rayos, pero en el momento en que nuestro Logos conformó incontables centros de conciencia divina en Sí Mismo, cada uno de estos centros estaba coloreado por el atributo especial de uno de los rayos. En vista de que éstos se limitaron (por ejemplo, al separarse de la conciencia absoluta del Logos, mediante un velo sutil de diferenciación), necesariamente debían pertenecer a uno de los rayos, por eso la esencia misma de nuestro ser, la chispa central de lo divino en cada uno de nosotros, podría decirse que pertenece a uno de los siete rayos y también que es el rayo primario del ser humano.

Se recordará que la primera gran afluencia proveniente del Logos vivificó la sustancia universal e hizo vibrar todos los átomos de materia, dentro del círculo infranqueable de Su sistema, en siete diferentes grados de vibración. La segunda afluencia produjo las combinaciones moleculares, formó los seis subplanos en cada plano por debajo del atómico y creó la forma. En el momento de la segunda afluencia cada uno de los divinos centros de conciencia introdujo un hilo del ser en un átomo de los subplanos más elevados, el átmico, el búdico y el manásico, átomos destinados a ser el núcleo de los futuros cuerpos, cada uno en su respectivo plano y los tres forman la tríada superior, a la cual tan frecuentemente se hace referencia. Cada átomo está influido por uno de los rayos, y los átomos átmico, búdico y manásico mencionados pertenecen todos al mismo rayo; pero no es necesariamente el mismo al cual pertenece el influyente centro de la conciencia. En realidad, en la mayoría de los casos, el rayo del [i169] centro de la conciencia y el de la Tríada son distintos; uno modifica al otro, el primero es el primario (denominado por A. Besant el rayo monádico) y el otro el secundario o rayo individual, pues el átomo manásico es el núcleo del futuro cuerpo causal donde el individuo pasa de una vida a otra. Este cuerpo se construye lógica y gradualmente con partículas de materia de la misma cualidad y tipo del átomo de su núcleo, y cuando se construye así durante largas épocas de evolución, el influyente centro divino de conciencia, que durante épocas ha evolucionado también individualmente, se une a él, y el Yo o Ego individual e inmortal, inicia su ascensión a través del reino humana. Tal la tercera afluencia para cada alma. La influencia que ejerce este rayo secundario o individual, constituye el principal factor en las primeras etapas de la evolución, por ejemplo en los reinos elemental, mineral, vegetal y animal; pero lógicamente la influencia que está más profundamente arraigada debe ser la que afecta al divino centro de la conciencia; entonces, cuando tiene lugar la unión a que nos hemos referido y la entidad se convierte en el ego que reencarna, el rayo primario llega a ser la fuerza dominante y permanente.

Hay aún otra influencia sobre la que debemos tratar. Es el rayo planetario al que pertenece cada ser humano al nacer. Deberá tenerse en cuenta que la denominada influencia de un planeta en realidad es la influencia que ejerce la Jerarquía que rige ese planeta. Este rayo personal es el factor importante que influye en el carácter de un ser humano durante el curso de una vida. Digo el curso de una vida, pero lógicamente pueden ser una o más vidas si las condiciones kármicas lo exigen, porque el momento del nacimiento de cada individuo se fija de acuerdo a las necesidades kármicas y, probablemente todos nosotros -sea cual fuere nuestro rayo primario o individual-, hemos pasado una y otra vez, vidas enteras bajo la influencia personal de los siete rayos. [i170]