Navegar por los Capítulos de este Libro

LA NEGACIÓN DE LA GRAN ILUSIÓN

La frase que, en esta regla, dice “mezclan el fuego y el agua”, se refiere al efecto producido en el [i612] punto de condensación, después de pronunciadas las grandes palabras que provocan ese efecto. Esta regla es casi imposible de explicar y no me es permitido darles las palabras que originan este proceso. Solo podrían hacerse algunas insinuaciones que servirán para alentar a pensar al verdadero aspirante y quizás provoquen irritabilidad al pensador casual que busca los métodos rápidos y las fórmulas fáciles para trabajar. Calor y humedad están presentes en la producción de toda forma de vida, pero el gran misterio (y casi el último misterio que se debe explicar al adepto) es conocer que la fusión de los tres fuegos puede producir humedad, o sea, el elemento acuoso. Este problema y este fenómeno constituye la base de la Gran Ilusión, a la cual se refieren los libros antiguos; por la acción de estas combinaciones, se desarrolla el maya envolvente. En verdad no existe tal cosa como agua; la esfera acuosa, el plano astral, es -si pudieran comprenderlo- un efecto ilusorio y no tiene existencia real. Sin embargo, -en tiempo y espacio y para la comprensión de la consciencia que lo testimonia- es más real que aquello que oculta y encubre. No puedo exponer esto con más claridad. Solo es posible sugerir al estudiante inteligente que la luz de su alma (reflejada en su mente) y la energía de la forma (como se expresa en el cuerpo etérico) son para él, en el reino de la dualidad temporal, sus dos realidades básicas. La naturaleza acuosa de su experiencia astral, en la que estos dos aspectos de la divinidad parecen encontrarse y trabajar (obsérvese que es ilusión), es solo un fenómeno de espejismo y, en sentido oculto, está basado en los hechos. Todo verdadero aspirante sabe que su progreso espiritual puede ser medido en términos de su liberación de esta ilusión, para pasar a la atmósfera transparente y a la luz pura de su consciencia espiritual. El reino animal trabaja, dentro de su consciencia, con la segunda de estas dos realidades básicas, para quien la vida del cuerpo etérico y la fuerza que rige la naturaleza animal o material, son las [i613] principales expresiones de la verdad. Sin embargo, el animal empieza a percibir confusamente el mundo de la ilusión y posee ciertos sentidos y poderes psíquicos que reconocen el plano astral, pero no lo interpretan. El velo de la ilusión comienza a disiparse ante los ojos del animal, pero él no lo sabe. El ser humano ha deambulado, durante épocas, en el mundo de la ilusión porque es su propia creación. El ser humano, a su vez, desde el punto de vista de la consciencia, tiene contacto con ambas realidades y aprende, poco a poco, a disipar la ilusión mediante el constante crecimiento de la luz radiante del alma. Permítanme detenerme para recordarles que la dualidad es tan solo una etapa en el arco de la evolución, que conducirá oportunamente a la realización de la unidad.

El velo de la ilusión se asemeja al momento previo al alba, cuando el mundo de las cosas familiares es visto a través de las nieblas y brumas que velan el mundo de las formas y también el del sol naciente. Entonces, tenemos ese tiempo intermedio, el período misterioso y vago cuando lo real está oculto por lo irreal, esa condición misteriosa y fantasmagórica cuando las formas no se ven como en realidad son, pues pierden su forma, color y perspectiva. Entonces, la visión verdadera no es posible. La etapa astral, el inmenso ciclo de tiempo en que la gran ilusión domina, puede ser juzgada, de acuerdo al acercamiento simbólico anterior, temporal y transitorio. No es la etapa de una definida manifestación divina, tampoco la de una pura y clara percepción, ni la del trabajo perfeccionado. Constituye ese período de tiempo en que aparecen los semidioses; es el momento en que la verdad es solo percibida tenuemente, la visión resulta vaga y se la ve ocasionalmente; es la etapa en que el Plan es comprendido a medias, y cuando se trabaja con conocimientos parciales, inevitablemente se producirán dificultades y errores. Es asimismo la etapa de deformación y constante mutabilidad; mientras se pone en evidencia, tenemos la incesante atracción de las fuerzas que conducen de aquí para allá, trabajando ciegamente y sin propósito aparente. [i614] En lo que concierne a la humanidad, es el momento en que el ser humano está envuelto en brumas y nieblas, y perdido en las miasmas que se elevan desde el suelo (símbolo de la naturaleza fundamental del reino animal). Sin embargo, a veces, esta etapa se ve tan irreal como la luz del amanecer de la consciencia espiritual cuando atraviesa la oscuridad reinante. Es el intervalo entre el dominio de la consciencia animal y la espiritual, y este intervalo de ilusión astral es conocido solo en la familia humana. No existe el plano astral excepto en la consciencia del cuarto reino de la naturaleza, porque el ser humano está “bajo la influencia de la ilusión”, en un sentido diferente de la percepción consciente de cualquier otro reino, subhumano o superhumano.

Es desesperante no poder dar un significado más claro. ¿Cómo puede aquel que está sujeto a las ilusiones de los sentidos, como lo están todos los seres humanos, concebir el estado de consciencia de quienes se han liberado de las ilusiones del plano astral, o comprender el estado de percepción de esas formas de vida que aún no han desarrollado la consciencia astral? La naturaleza dual de la mente es la causa de esta ilusión, porque la mente le presenta al ser humano las llaves del reino de los cielos o le cierra la puerta de entrada en el mundo de las realidades espirituales. La mente concreta y sin principios provoca todos los trastornos de la humanidad. El sentido del yo y el espíritu de individualidad separatista han llevado a la humanidad a su actual condición, y sin embargo, hasta eso forma parte del gran proceso de desarrollo. La consciencia de dualidad y el sentido subjetivamente comprendido y sincrónicamente reconocido de “Yo soy Dios” y “Yo soy forma” ha precipitado a la humanidad en la gran ilusión.

Sin embargo, esta misma ilusión es la que oportunamente presenta al ser humano la secreta contraseña del reino de Dios y provoca su liberación. Esa misma ilusión [i615] sirve para guiarlo hacia la verdad y el conocimiento; en el plano astral la herejía de la separatividad debe ser vencida, y en el campo de Kurukshetra, el aspirante individual, Arjuna y el Arjuna cósmico aprenden la lección de que el conocedor y lo conocido son uno. La ciencia secreta del Maestro de Sabiduría constituye el secreto para disipar las brumas y nieblas, la oscuridad y la tristeza, producidas por la unión de los fuegos en las primeras etapas. El secreto del Maestro es descubrir que no existe plano astral; encuentra que el plano astral es una ficción de la imaginación y fue creado por el incontrolado empleo de la imaginación creadora y el abuso de los poderes mágicos. El trabajo de la Jerarquía consiste principalmente en poner fin a las sombras y dispersar la humedad; la meta de los Maestros es dejar entrar la luz del alma y demostrar que el espíritu y la materia son las dos realidades que constituyen la unidad, y que solo en tiempo y espacio y mediante el empleo cíclico de los poderes mágicos y psíquicos, el plano astral de la gran ilusión vino a la existencia y es ahora una cosa más real para el ser humano -en cierto sentido- que el reino de la luz y el reino de la forma. Es muy cierto y sumamente interesante que la ilusión se produce porque el ser humano es un alma cuya luz se encuentra dentro de él y va alcanzando gradualmente una radiación más completa. A causa de esta ilusión, el trabajo mágico ha ido adelante, siguiendo líneas erróneas, fundado en motivos equívocos, y ajustado a un esquema más potente que el del trabajador común, porque toda la fuerza del mundo de la ilusión está contra todos los esfuerzos del principiante en magia blanca.

Por lo tanto, las reglas para el aspirante finalizan con la declaración: “Que el mago entone las palabras que mezclan el fuego y el agua”. Las reglas similares para el iniciado terminan con las [i616] palabras: “Que el iniciado entone la nota que unifica los fuegos”. Esto es significativo y muy alentador para el principiante en el trabajo mágico. Forzosamente, aún trabaja en el plano astral y posiblemente no podrá evitar hacerlo así durante mucho tiempo. La señal de crecimiento consiste en el constante retiro de su consciencia de ese plano, y en el equilibrio y percepción mental logrados, seguido del trabajo creador en el plano mental. Hay una interesante y antigua afirmación que se encuentra en los archivos de los adeptos, que abarca algunas de las etapas del trabajo mágico, expresadas, por supuesto, en forma simbólica:

“Que el mago se coloque en el gran mar del mundo. Que se sumerja en el agua y allí mantenga su posición. Que mire abajo, dentro de las profundidades acuosas. Nada es visto en forma correcta. No aparece nada más que agua. Se mueve alrededor de él, debajo de sus pies y encima de su cabeza. No puede hablar; no puede ver. La verdad desaparece en el agua.

“Que el mago se coloque en la corriente. El agua corre a su alrededor. Sus pies están firmes sobre la tierra y la roca, pero todas las formas que ve están perdidas en la inmensidad gris de la niebla. El agua cubre su cuello, pero progresa con los pies sobre la roca y la cabeza en el aire. Todo es aún deformación. Sabe dónde se encuentra, pero no sabe dónde ir y cómo ir, ni lo comprende. Entona las palabras mágicas, pero con voz apagada, confusa y perdida, son devueltas por la niebla, y no surge ninguna nota verdadera. A su alrededor se escuchan los sonidos de las numerosas formas que absorben su sonido.

“Que el mago se coloque en la bruma acuosa, libre de la corriente que fluye. Algunos contornos aparecen confusos. Ve una pequeña distancia en el sendero. Llamas vacilantes de luz penetran a través de las brumas y las nieblas. Escucha su voz; su nota es más clara y verdadera. Las formas de otros peregrinos pueden ser vistas. Detrás de él está el mar. Bajo sus pies se ve la corriente. A su alrededor brumas y nieblas. Sobre su cabeza no se ve el cielo ni el sol.

“Que el mago se coloque en un terreno más elevado, pero bajo la lluvia. Las gotas caen sobre él; estalla el trueno; los relámpagos fulguran en el cielo. Pero a medida que la lluvia cae, [i617] disipa la niebla, lava la forma y aclara la atmósfera.

“Así las formas son vistas y los sonidos oídos, aunque todavía confusamente, porque el trueno retumba, y fuerte es el ruido de la lluvia que cae. Pero ahora es visto el firmamento, el sol aparece, y entre nubes a la deriva, pedazos del cielo azul alegran los cansados ojos del discípulo.

“Que el mago se coloque en la cima de la montaña. Debajo de él, en los valles y las llanuras, se divisa el agua, la corriente y las nubes. Sobre él está el azul del cielo, la irradiación del sol naciente, la pureza del aire de la montaña. Cada sonido es claro. El sonido es la palabra del silencio”.

Después, vienen las significativas palabras que presentan el cuadro de la consumación:

“Que el mago se coloque dentro del sol, contemplando desde allí el globo terráqueo. Desde ese elevado punto de serena paz, que emita las palabras que crearán las formas, construirán mundos y universos y darán su vida a lo que él ha creado. Que proyecte las formas creadas sobre la cima de la montaña, de manera que puedan hendir las nubes que circulan alrededor del globo terráqueo, llevando luz y poder. Estos dispersarán el velo de las formas, que ocultan la verdadera morada de la tierra al ojo del espectador”.

Tal es el fin del trabajo mágico. Implica el descubrimiento de que el plano astral y la llamada luz astral son tan solo un espectáculo creado por el ser humano mismo. Lo que el ser humano ha creado puede también destruirlo.Es todo lo que puedo dar por ahora sobre el trabajo mágico. Las palabras que fusionan no pueden ser dadas bajo ninguna circunstancia, excepto bajo juramento de guardar secreto, que automáticamente rige al discípulo juramentado; estos juramentos no son dados a ningún ser humano, sino que el aspirante presta juramento a su propia alma cuando esa alma le ha trasmitido las palabras. Los encuentra por sí mismo como resultado de un infatigable esfuerzo. Sabe que estás fórmulas son prerrogativas de todas las almas y solo pueden ser conocidas y utilizadas, sin peligro, por quienes han comprendido que el Yo es el Uno. Por eso se compromete a sí mismo a no revelar estas [i618] palabras a quien no esté actuando como alma o esté vagando ciego en el valle de la ilusión. Debido a esta respuesta automática al conocimiento de parte de los conocedores de la raza, la Jerarquía de Adeptos ha reunido a su personal.